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La comunicación de Dios

Muchas personas hoy en día afirman recibir visiones o mensajes directamente de Dios. Algunas de estas personas afirman que Dios les da una revelación personal que está separada de la palabra de Dios (por ejemplo, “Dios me dijo directamente,” o “Dios me dio una visión directa,”). ¿Pero es esto cierto? ¿Cómo sabemos cómo se comunica Dios hoy? ¿Deberíamos esperar que se comunique directamente con nosotros a través de visiones o sueños? ¡Examinemos juntos la palabra de Dios para averiguarlo!

Hebreos 1:1-2 dice, “Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por Su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas, por medio de quien hizo también el universo.” 

Este texto desde el comienzo de Hebreos es un texto de vital importancia para ayudarnos a entender cómo Dios se comunica con nosotros hoy. El escritor hebreo nota que Dios habló de diferentes maneras a los patriarcas (los padres) y a los profetas en la antigüedad. Al mirar el Antiguo Testamento, podemos ver muchas maneras diferentes que Dios eligió para comunicarse con la gente. Con algunas personas, Dios les habló directamente, como lo hizo con Abraham (Génesis 12:1-3). Con otros, Dios usó visiones, como con Nabucodonosor y Daniel (Daniel 2). A veces, Dios usó formas muy creativas para comunicarse con las personas, como cuando le dio a la burra de Balaam la capacidad de hablar (Números 22:21-39).

Pero, ¿qué dice Hebreos 1:1-2 para nosotros hoy? Dios no habla de las diversas maneras como lo hizo en el pasado con los profetas y patriarcas, sino que hoy nos habla a través de Jesucristo Su Hijo. Esta es una enseñanza de vital importancia para entender. Dios no nos va a dar revelación personal fuera de Jesucristo. Jesús es nuestro Mediador, lo que significa que Él sirve como Aquel que va entre nosotros y Dios (1 Timoteo 2:5). Además, Jesús nos dice muy claramente que nadie tiene acceso a Dios Padre sino a través de Él, “Jesús le dijo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por Mí.” (Juan 14:6). La única forma en que debemos esperar que Dios se comunique con nosotros hoy es a través de Jesucristo, Su Hijo.

La siguiente pregunta obvia que debemos hacernos es: “¿Cómo nos habla Dios a través de Jesús hoy?” La respuesta a esta pregunta se aclara en Hebreos 2:3-4, “¿Cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande? La cual, después que fue anunciada primeramente por medio del Señor, nos fue confirmada por los que la oyeron. Dios testificó junto con ellos, tanto por señales como por prodigios, y por diversos milagros y por dones repartidos del Espíritu Santo según Su propia voluntad.”

En este texto, encontramos que la “salvación tan grande” fue “anunciada primeramente por medio del Señor.” Jesús nos comunica su salvación y este evangelio (buenas nuevas de salvación) fue confirmado por “los que la oyeron” o en otras palabras: los apóstoles. Según Hebreos 2:3-4, Dios testificó con los apóstoles acerca de la confirmación del mensaje de salvación que podemos recibir de Cristo. ¿Qué significa eso exactamente? Significa que tenemos la comunicación de Cristo a través de su Palabra ya por medio de las palabras de los apóstoles, o también conocido como el Nuevo Testamento.

La escritura de Dios, la palabra escrita del Nuevo Testamento es como Jesús se comunica con nosotros hoy. Sabemos que esta comunicación de Dios es poderosa y viva, “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón,” (Hebreos 4:12). La palabra escrita de Dios es cómo ha elegido comunicarse a través de Jesucristo hoy. Su palabra contiene la enseñanza inspirada de que necesitamos para ser más como Cristo – “Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra.” (2 Timoteo 3:16-17)

Si Dios ha elegido comunicarse con nosotros hoy a través de su palabra, entonces debemos respetar su decisión. No debemos buscar ni inventar formas de comunicación que Él no haya comunicado o especificado. ¡Debemos respetar su autoridad y aceptar su comunicación solo a través de Cristo!

La gracia sea con todos ustedes,
Caleb B. Westbrook

¿Con quién andas?

La imagen de caminar en la Biblia lleva el significado de participación, comunión, relación y armonía. Se dice que grandes hombres de fe como Enoc y Noé caminaron con Dios. (Génesis 5:22, 6:9). Caminar con Dios debe ser la primera  prioridad en nuestras vidas. Debemos buscar tener comunión con Dios y caminar en la luz de la verdad como Él está en la luz (1 Juan 1:7).

Pero en nuestras vidas el camino que recorremos no es solo con Dios, sino también con otras personas. Estamos constantemente caminando con otros en esta vida. Nuestros amigos, familiares y compañeros de trabajo son todas las personas con las que caminamos en la vida. El tipo de caminar que mantenemos con los demás es una elección que hacemos. En el fondo si no nos ponemos de acuerdo con los que nos rodean entonces decidiremos no caminar con ellos o, dicho de otro modo, decidiremos no continuar ni desarrollar la relación con ellos. El acuerdo sobre los hechos básicos, las perspectivas y la verdad es un requisito fundamental para caminar juntos como seres humanos. Note lo que dice el profeta Amós en Amós 3:3, “¿Andan dos hombres juntos si no se han puesto de acuerdo?” Esta pregunta retórica en Amós se da en el contexto de Dios mostrando que Israel y Judá lo habían desobedecido y no andaban de acuerdo con Él. Pero el punto de aplicación para nosotros sigue en pie: aquellos con quienes caminamos son aquellos con quienes fundamentalmente encontramos algún acuerdo.

Por lo tanto, nos encontramos gravitando hacia aquellos con quienes estamos de acuerdo o tenemos armonía. Como dice el refrán: los pájaros del mismo plumaje vuelan juntos. No debería sorprendernos que nuestras relaciones reflejen algo sobre nosotros mismos. Si somos amigos de personas piadosas, ¿qué dice eso acerca de nuestro carácter? No significa necesariamente que seamos piadosos, pero al menos tenemos algo en común con ellos. Lo contrario también es cierto. Si todos nuestros amigos cercanos son amigos impíos, puede mostrar que tenemos algo de acuerdo o en común con ellos.

Estar de acuerdo con los demás en nuestro caminar por la vida es inevitable, pero es una elección con respecto a las personas con las que caminaremos y con las que estaremos de acuerdo. Existe un peligro real de unirnos a las influencias impías de amigos y familiares impíos porque, aunque no estemos de acuerdo al principio, después de un tiempo de influencia sobre nosotros, podemos encontrarnos de acuerdo con ellos debido a su impacto a largo plazo sobre nuestros perspectivas y pensamientos. La Biblia nos advierte que debemos ser cautelosos con respecto a los amigos y compañía con los que caminamos. ¿Por qué? Porque su influencia puede llevarnos al cielo, o arrastrarnos al infierno. Observa algunos versículos de la Biblia sobre este tema:

1 Corintios 15:33 – No se dejen engañar: «Las malas compañías corrompen las buenas costumbres».

Proverbios 13:30 – El que anda con sabios será sabio, Pero el compañero de los necios sufrirá daño.

Gálatas 5:7-9 – Ustedes corrían bien, ¿quién les impidió obedecer a la verdad? Esta persuasión no vino de Aquel que los llama. Un poco de levadura fermenta toda la masa.

1 Corintios 5:7-8 – Limpien la levadura vieja para que sean masa nueva, así como lo son en realidad sin levadura. Porque aun Cristo, nuestra Pascua, ha sido sacrificado. Por tanto, celebremos la fiesta no con la levadura vieja, ni con la levadura de malicia y maldad, sino con panes sin levadura de sinceridad y de verdad.

Proverbios 22:24-25 – No te asocies con el hombre iracundo, Ni andes con el hombre violento, No sea que aprendas sus maneras Y tiendas lazo para ti mismo.

Proverbios 12:26 – El justo es guía para su prójimo, Pero el camino de los impíos los extravía.

En algunos de estos textos se usa la imagen de la levadura para advertir sobre influencias impías. La levadura es un hongo que se esparce por toda la masa y hace que crezca. Solo se necesita una cantidad muy pequeña de levadura y toda la masa se contaminará con la levadura. Lo mismo puede suceder con las influencias injustas en nuestras vidas. Debemos tener cuidado de no permitir que las influencias pecaminosas nos alejen de Dios. No debemos caminar con tales fuerzas pecaminosas ni ponernos de acuerdo con ellas. Así que honestamente debes preguntarte, “¿Con quién estás de acuerdo?” y “¿Con quién andas?”

En lugar de ser víctimas de las influencias impías de Satanás a través de las personas infieles con las que podemos caminar, debemos elegir desarrollar relaciones cercanas con el pueblo de Dios. Esto no quiere decir que nunca tendremos relaciones con no cristianos, claramente debemos en algunos contextos. Pero no deben ser las relaciones que tengan influencia sobre nosotros. Debemos ser cautelosos con la influencia que tenemos hacia los demás y que ellos tienen hacia nosotros. Por eso Pablo enfatiza la necesidad de caminar con otros cristianos y desarrollar relaciones profundas con nuestros hermanos y hermanas en Cristo. “Sean afectuosos unos con otros con amor fraternal; con honra, dándose preferencia unos a otros.” (Romanos 12:10) Debemos dar preferencia en nuestro caminar con otros cristianos.

No importa con quién caminemos en este viaje de la vida, debemos ser conscientes de nuestras influencias y las influencias que otros tienen sobre nosotros. Porque nuestro objetivo final es ser fieles a Dios y caminar con Él en la verdad, la fe y el amor. Reflejemos nuestro acuerdo con Dios y con otros hermanos y hermanas en Cristo en las relaciones que elegimos y el caminar que mantenemos.

Miqueas 6:8 – Él te ha declarado, oh hombre, lo que es bueno. ¿Y qué es lo que demanda el Señor de ti, Sino solo practicar la justicia, amar la misericordia, Y andar humildemente con tu Dios?

La gracia sea con todos ustedes,
Caleb B. Westbrook

Una pregunta simple

En Hechos 2:37 después de que Pedro condenó a los judíos en el día de Pentecostés de haber crucificado a Jesús, el Cristo, encontramos la reacción: “Al oír esto, conmovidos profundamente, dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: ‘Hermanos, ¿qué haremos?’”

Estos hombres y mujeres que tenían los corazones abiertos para recibir el mensaje del Evangelio hicieron una simple, pero poderosa pregunta: “¿Qué haremos?” Esta es una pregunta que cada uno de nosotros tiene que preguntarse en esta vida. Entendemos que cada uno de nosotros ha pecado y no ha alcanzado la gloria de Dios (Romanos 3:23) y que este pecado produce muerte espiritual en nuestras vidas (Romanos 6:23). Cuando nos damos cuenta de que estamos perdidos sin Dios, entendemos la desesperación en la pregunta: “¿Qué haremos?” ¿Qué esperanza podemos tener? Sin Cristo, la respuesta es ninguna esperanza en absoluto. Sin embargo, además de este grave estado en que nos encontramos como pecadores, debemos comprender la realidad del sacrificio de Cristo por nosotros. ¡Tenemos la oportunidad de ser liberados de nuestros pecados y ser redimidos por Dios! Pero la pregunta sigue siendo, ¿cómo es posible? y ¿qué debemos hacer?

La respuesta de Pedro es simple, clara y poderosa – Hechos 2:38 –

“Entonces Pedro les dijo: “Arrepiéntanse y sean bautizados cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados, y recibirán el don del Espíritu Santo.”

Estos judíos ya creyeron en el mensaje del evangelio, pero Pedro les dijo que todavía tenían que hacer algo para recibir el perdón de sus pecados (Hechos 2:38). Necesitaban arrepentirse (alejarse del pecado) y ser bautizados (sumergidos en agua para el perdón de sus pecados). Esta fue una respuesta simple y directa a la pregunta clara: “¿Qué haremos?”

Si no hemos sido obedientes al mensaje del evangelio y entendemos que hemos pecado y hemos quebrantado la ley de Dios, debemos preguntarnos la pregunta simple y poderosa: ¿qué haremos? Cada uno de nosotros tiene la opción de elegir seguir a Dios o no. Sin embargo, la elección tiene consecuencias eternas. Si elegimos obedecer a Dios y seguir Sus condiciones para recibir Su gracia, entonces tendremos la maravillosa esperanza de la vida eterna. Pero, si elegimos rechazarlo y desobedecer su Palabra, entonces no tendremos esperanza, solo la expectativa temerosa del castigo (2 Tesalonicenses 1:6-9).

Dios nos ha ofrecido a cada uno de nosotros la oportunidad de venir y obedecer. Él nos llama a responder en obediencia. ¿Qué haremos?

Otra aplicación importante de esta simple pregunta se encuentra en nuestras vidas cuando buscamos unirnos a una iglesia o grupo religioso. He visitado docenas de denominaciones y he descubierto que una de las preguntas más simples produce las respuestas más variadas entre las personas religiosas, la pregunta es: “¿Qué debo hacer para ser salvo?” Ya notamos la respuesta simple y directa de Pedro a la pregunta en Hechos 2:38, sin embargo, muchas personas enseñan otras cosas. No debería haber muchas respuestas diferentes a una pregunta tan simple, ¡sino solo una respuesta de la Biblia!

Algunos dicen a la pregunta “¿Qué debo hacer para ser salvo?”

-Solo necesitas vivir una buena vida moral

-Debes ser ordenado como católico

-Solo necesitas creer en Jesús y aceptarlo en tu corazón

-Necesitas arrepentirte y vivir una buena vida como un testigo de Jehová

-Necesitas hablar en lenguas milagrosas o tener una experiencia milagrosa para ser salvo

-Tienes que creer en el libro de Mormón

Hay muchas otras respuestas que los hombres dan a la pregunta simple: “¿Qué debemos hacer?” Pero ninguna de esas respuestas se encuentra en la Biblia. Puede evaluar rápidamente qué grupos religiosos realmente se están esforzando por seguir el patrón bíblico preguntándoles la simple pregunta: “¿Qué debo hacer para ser salvo?” Si sus respuestas no están de acuerdo con el patrón bíblico, está claro que no están enseñando lo que Dios está enseñando. Examina las Escrituras por ti mismo y encuentra la verdad clara y directa a la simple pregunta: “¿Qué haremos?”

Necesidad de fe – Hebreos 11:6 – “Y sin fe es imposible agradar a Dios. Porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que El existe, y que recompensa a los que Lo buscan.”

Arrepentimiento – Hechos 3:19 – “Por tanto, arrepiéntanse y conviértanse, para que sus pecados sean borrados, a fin de que tiempos de alivio vengan de la presencia del Señor,”

Confesión – Romanos 10:9-10 – “Que si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios Lo resucitó de entre los muertos, serás salvo.Porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación.”

Bautismo (inmersión en agua) para el perdón de los pecados – Mateo 28:19 – “Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,”

Marcos 16:16 – “El que crea y sea bautizado será salvo; pero el que no crea será condenado.”

Continua en obediencia fiel a Dios – Hebreos 3:6 – “Pero Cristo fue fiel como Hijo sobre la casa de Dios, cuya casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin nuestra confianza y la gloria de nuestra esperanza.”

¡Dejemos atrás la confusión de las tradiciones de los hombres y las denominaciones y busquemos ser obedientes a Dios! Busquemos la respuesta verdadera y bíblica en las Escrituras. Sabiendo lo que dicen las Escrituras, la pregunta simple aún queda para ti. ¿Obedecerás el llamado del evangelio? ¿Qué harás tú?

La gracia sea contigo,

Caleb B. Westbrook