Monthly Archives: August 2022

La locura de predicar

Por Chad R. Wadlington

“Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.” (1 Corintios 1:21).

Hay momentos en nuestra lectura de la Biblia que nos encontramos con un versículo o frase que nos da alguna dificultad. Un primer vistazo al versículo de arriba ha causado un gran sobresalto cuando suponen que Pablo dice que la predicación es una locura. Me imagino que su confusión se agravaría al considerar cuatro versículos antes que Pablo dijo: “Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar…” (v. 17). Tomando ambos juntos, uno podría concluir que Cristo envió a Pablo empeñado en la locura. Parece que al menos había algunos en Corinto que pensaban eso.

La iglesia de Corinto estaba luchando contra una cultura dominada por el intelectualismo. La sociedad que los rodeaba había denunciado la predicación de Pablo como una completa tontería y su influencia estaba influyendo en la evaluación de los cristianos sobre la forma y el mensaje de la predicación del evangelio. En la primera carta a los Corintios, Pablo muestra la verdadera necedad de aquellos que se creen lo suficientemente sabios para evaluar los caminos de Dios.

Comienza su admonición contra la división que paraliza la iglesia. Al igual que con los filósofos griegos y sus discípulos, los cristianos se dividían entre sí según el maestro elegido (1 Corintios 1:12). El mundo pagano fue persuadido más por la manera o el estilo de un maestro que por su mensaje, pero este no debía ser el estándar de evaluación del cristiano. A ellos les escribió: “Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio; no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo.” (1 Corintios 1:17). Los corintios debían quedar impresionados con la enseñanza más que con el maestro. Aquel de quien fueron enseñados y bautizados era importante. Es por eso que Pablo no vino a ellos con palabras persuasivas de sabiduría humana para que su fe no fuera en la sabiduría y no en el poder de Dios (1 Corintios 1:17; 2:1-5). Más tarde enfatizó que los que bautizan o predican nada son (1 Corintios 3:7). La división de la iglesia de Corinto fue simplemente el resultado de evaluar la manera de predicar como lo hacían los paganos, “Porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?” (1 Corintios 3:3).

El problema con el comportamiento carnal era que el hombre natural rechaza las enseñanzas de Dios, pensando que son locura (1 Corintios 2:14). Y ese fue el siguiente paso para la iglesia de Corinto si estaban tratando de seguir el ritmo de la cultura. Los intelectuales ya habían juzgado el mensaje de la predicación como una locura. ¡Ciertamente los cristianos no querían seguir esa “sabiduría” y poner en peligro su salvación! Así que en 1 Corintios 1:18-25, Pablo toma prestada la acusación pagana de “necedad” para demostrar que Dios en su “necedad” es todavía más sabio que el más sabio de los hombres. “¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo?” (1 Corintios 1:20).

Es como si Pablo fuera un juez que llama a la corte, exigiendo el testimonio de los intelectuales que se creen lo suficientemente sabios para evaluar los caminos de Dios. Y cada vez que Dios lanza un desafío al hombre, es serio. Jesús desafió a sus enemigos: “¿Quién de vosotros me redarguye de pecado?” (Juan 8:46). Dios desafió a Job: ¿Quién es ese que oscurece el consejo, Con palabras sin sabiduría? Ahora ciñe como varón tus lomos; Yo te preguntaré, y tú me contestarás. (Job 38:2-3).

En nuestro texto de Corinto, Pablo cita a Dios, quien desafió la sabiduría de Israel al intentar salvarse a sí misma a través de alianzas, en lugar de confiar en su poder (Isaías 29:14). Ahora Pablo desafía a los intelectuales de Corinto, con la pregunta inferida: “¿Adónde han llevado alguna vez sus actividades filosóficas?” La respuesta no estaba en ninguna parte: “Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.” (1 Corintios 1:21).

Por más que lo intentaron, sus actividades fueron un callejón sin salida. A través de su sabiduría no estaban más cerca de Dios, la salvación todavía estaba fuera de su alcance y estaban condenados a perecer. En su “sabiduría” rechazaron lo único que salvaría, el mensaje del evangelio. Consideraron que ese mensaje era una locura. El judío tenía su idea del Mesías, un reinado físico en el trono de David y Jesús no colmó sus expectativas. El griego tenía su idea de un Salvador y no era un Salvador que no podía salvarse a sí mismo. Sin embargo, no era la idea judía o griega lo que importaba. Los caminos de Dios no están sujetos a las ideas de los hombres (Jeremías 10:23; Isaías 55:8-9). Dios en su sabiduría escogió la cruz y fue ese mensaje “tonto” el que salvó a los que creyeron.

En todo su escrutinio, los intelectuales habían pasado por alto la única razón por la que consideraban que la cruz era una tontería, porque no la habrían elegido. El hombre se convirtió en el fin de su propio razonamiento y ¿qué tan ilustrado es eso? ” Sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios… a fin de que nadie se jacte en su presencia” (1 Corintios 1:27-29). Aquí Pablo ha cerrado el círculo exponiendo el núcleo del problema, evaluando la manera y el mensaje de la predicación del evangelio según los estándares mundanos. El fin de la sabiduría humana es humano y cada vez que el hombre se eleva, reemplaza a Dios como autoridad suprema. ” Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.” (Gálatas 6:14). Toda gloria, honor y adoración son de Dios y no se pueden compartir con nadie (1 Corintios 1:31). “Al único y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén.” (Romanos 16:27).

El problema de Corinto se erige como una advertencia para aquellos que hoy critican la manera y el método de predicar el evangelio. Los “intelectuales” denominacionales afirman que el poder del evangelio ha perdido su eficacia en manos de hombres incapaces cuyo estilo es arcaico y cuyo contenido no es ilustrado. Lamentablemente esa actitud ha afectado el pensamiento de algunos cristianos, quienes han tratado de reemplazar la edificación de la predicación con el entretenimiento y el mensaje del pecado con la psicología.

Cristo no nos envió inclinados a la necedad. El mensaje del evangelio es el mismo hoy que en el primer siglo, puro y sin adulterar por la sabiduría de los hombres. En ella debemos permanecer firmes y sin vergüenza, sabiendo que es locura para los que se pierden, pero salvación para los que creemos (1 Corintios 15:58; Romanos 1:16; 1 Corintios 1:18). ¡Gloriémonos de ser “insensatos por amor de Cristo” (1 Corintios 4:10)!

(Traducido por Caleb B. Westbrook)

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Dios del Orden, Dios de la Luz, Dios de la Creación

La Biblia comienza con el libro de Génesis que contiene una gran cantidad de información sobre los comienzos de todo lo que vemos a nuestro alrededor. El nombre “Génesis” significa “El principio”, como claramente se llama apropiadamente. El primer versículo de la Biblia es muy popular, pero por una buena razón. Nos muestra la respuesta a nuestras preguntas sobre nuestros inicios. “En el principio, Dios creó los cielos y la tierra.” (Génesis 1:1). ¡El libro de Génesis clama que entendamos que el principio y la fuente de todas las cosas es Dios! Sin embargo, al contemplar esta realidad fundamental de que Dios es la fuente de todas las cosas, podríamos preguntarnos: “¿Cómo es este Dios de todas las cosas?” La asombrosa bendición que encontramos en Génesis 1 es que podemos aprender mucho sobre el carácter, el plan y el propósito de Dios para nosotros solo en el primer capítulo de la Biblia. Consideremos algunas enseñanzas vitales acerca de Dios de Génesis

1.Dios es un Dios de orden – En Génesis 1:2 vemos que “La tierra estaba sin orden y vacía, y las tinieblas cubrían la superficie del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas.” En este punto, el estado de la tierra y el universo era puro caos y desorden. El texto bíblico transmite esto a través de las imágenes de “tinieblas”, “vacío” y “agua”. No había nada firme, nada ordenado, nada organizado. Pero aun con la creación en un desorden caótico, Dios no dejó el sistema en caos, sino que trajo Su orden para organizar y traer armonía al sistema de la creación. Incluso en Génesis 1:1, encontramos que Dios organiza el sistema de la creación en tiempo (“El principio”), espacio (“Los cielos”) y materia (“La tierra”). Estos son los tres fundamentos del universo observable que nos rodea. Dios hizo eso. Dios tenía un plan definido para poner orden en este sistema y no hizo nada por accidente o por casualidad.

Cuando pensamos en el propósito de Dios de traer orden al sistema del caos, podemos comprender mejor el propósito que Dios infunde, comparte y llama a la humanidad. Dios dice en Génesis 1:26: “Hagamos al hombre a Nuestra imagen, conforme a Nuestra semejanza; y ejerza dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra.” Dios ordena e invita a la humanidad a “ejercer dominio” (gobernar, dirigir) la creación. Esta declaración lleva la idea de que a la humanidad se le da la responsabilidad divina de continuar aplicando, enseñando y manteniendo el orden de Dios en la creación. Esto no solo se aplica a Adán y Eva, sino que Dios nos invita a todos a poner orden en el caos y el pecado de nuestras vidas mediante el poder de la santa palabra y los mandamientos de Dios. Cuando ponemos orden piadoso en nuestra vida, participamos del acto divino que Dios había establecido desde el principio y de su invitación de poner orden en el caos de nuestra conducta, de nuestro corazón y de toda nuestra vida.

2. Dios es un Dios de luz – El primer mandamiento de Dios en el sistema de la creación fue “Sea la luz” (Génesis 1:3). Dios solo tuvo que hablar, y trajo luz a la creación. La luz es necesaria para que vivamos. Sin luz, estaríamos irremediablemente perdidos y no podríamos funcionar, no solo a nivel físico sino también a nivel espiritual. El texto dice: “Dios vio que la luz era buena” (Génesis 1:4). El acto de Dios de traer luz al mundo fue un acto de amor y bondad. La luz es parte de la naturaleza de Dios. Él ilumina y revela todas las cosas. 1 Juan 1:5,7 dice: “Y este es el mensaje que hemos oído de Él y que les anunciamos: Dios es Luz, y en Él no hay ninguna tiniebla.…Pero si andamos en la Luz, como Él está en la Luz, tenemos comunión los unos con los otros, y la sangre de Jesús Su Hijo nos limpia de todo pecado.” Dios trajo Su propia bondad e iluminación a este sistema en el que vivimos. La luz de Dios nos da esperanza, dirección y discernimiento. Hoy somos beneficiarios de la luz de Dios. Debemos mirarlo a Él cuando nos llama a caminar con Él a la luz de la verdad. Debemos salir de las tinieblas del pecado y aceptar la luz de Cristo.

3. Dios es el Dios de la creación – Mientras leemos acerca de todas las obras maravillosas de Dios a lo largo de Génesis 1, no podemos evitar sentirnos impresionados con el hecho de que nuestro Dios es el Amo y Señor de toda la creación. No hay nada en el universo que sea más grande que Él. Incluso la extensión aparentemente interminable del universo no es nada en comparación con la grandeza y el ser inconmensurable de Jehová, nuestro Dios. Dios hizo la creación para expresar Su obra y Su bondad. En tantos puntos de Génesis 1 encontramos la frase repetida, “y vio Dios que era bueno” (versículos 4, 10, 12, 18, 21, 25, 31). La obra de Dios en la creación no es solo una colección de moléculas, sino que está infundida con el genio, el Espíritu, la bondad y el diseño de Dios. Dios es el maestro artesano de la maravillosa obra de la creación. Debido a que Él es el único Creador, solo Él tiene la autoridad (derecho a ordenar y hacer cumplir la obediencia) para todo dentro de este sistema. Solo Dios sabe la forma correcta en que se debe ordenar, usar y mantener la creación. Dios ha establecido el propósito, los tiempos, los límites y las leyes que sustentan la creación. Entonces, si Dios es el Señor de la Creación y cada uno de nosotros es parte de esta maravillosa creación, ¿qué nos dice eso acerca de quién debe tener autoridad y control sobre nuestras vidas?

Nuestro Dios está más allá de nuestro entendimiento. Pero lo alabamos porque nos ha revelado tanto conocimiento sobre su maravilloso carácter. Dios es nuestro Creador, Él es el Dios del Orden, el Dios de la Luz y el Dios de la Creación. ¡Vengan, inclinémonos ante Él! ¡Entreguemos nuestras vidas a Él en obediencia! ¡Él es el principio de todas las cosas y será el fin de todas las cosas! ¡Maravillémonos y asombrémonos de Él! ¡Amemos, obedezcamos y adoremos al Dios de toda la Creación!

La gracia sea con todos ustedes,

Caleb B. Westbrook

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¿Cuál es tu propósito?

¿Qué propósito tiene tu vida? ¿Alguna vez te has pausado y has pensado profundamente sobre esa pregunta? Muchas personas corren a través de sus vidas sin pensar en el propósito último o verdadero al que sirven sus vidas. Muchas personas van al trabajo, pasan tiempo con su familia o disfrutan de su pasatiempo favorito sin pensar en la verdadera razón por la que están aquí y en lo que se supone que deben hacer con sus vidas. Sin embargo, la mayoría de las personas se dan cuenta de que hay algo más en esta vida que este mundo no puede proporcionar. El escritor de Eclesiastés afirma: “Todo lo hizo hermoso en su tiempo, y ha puesto eternidad en el corazón del hombre, sin que este alcance a comprender la obra hecha por Dios desde el principio hasta el fin.” (Eclesiastés 3:11).

Si bien todos buscamos algo eterno, no todos buscan un propósito duradero en el mismo lugar. Algunas personas intentan encontrar un sentido permanente de propósito a través de su trabajo, otras a través de la familia, otras a través de la caridad y otras a través del placer o el entretenimiento. Sin embargo, todas estas cosas terminan al final de nuestras vidas. La muerte nos enfrenta a cada uno de nosotros. Hebreos 9:27 dice: “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio.” La realidad de la situación es que todos nosotros somos mortales y ninguno de los placeres que buscamos en esta vida posee ningún verdadero propósito o permanencia.

Salomón, quien fue el rey más rico y famoso de Israel, pasó toda su vida buscando placer y propósito a través de los diferentes medios que ofrecía el mundo. Salomón buscó el conocimiento, la sabiduría, la fama, el placer y la recreación. Incluso con todas estas actividades, nota la conclusión a la que llegó acerca de lo que el mundo tiene para ofrecer: “Miré luego todas las obras de mis manos y el trabajo que me tomé para hacerlas; y he aquí, todo es vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol.” (Eclesiastés 2:11). Así es con nuestros esfuerzos aquí en la tierra. Hay tantas personas que pasan sus vidas persiguiendo sus pasiones, pero ¿con qué fin? Cada uno de nosotros morirá y los esfuerzos que gastamos terminarán allí. La felicidad es solo fugaz y momentánea, también lo es la pasión. El dinero y la riqueza son también esfuerzos meramente momentáneos: “El que ama el dinero no se saciará de dinero; y el que ama la riqueza no sacará fruto. También esto es vanidad.” (Eclesiastés 5:10).

Entonces, ¿qué queda para nuestro propósito? Si el mundo no puede ofrecernos algo concreto o permanente, ¿qué esperanza tenemos para un propósito que sea duradero y verdadero? La respuesta no se encuentra en los métodos del mundo. Se encuentra en algo mucho más profundo. Cada uno de nosotros tiene un deseo de permanencia, un deseo de eternidad. Este deseo no es un accidente, pero nos lo dio nuestro Creador. Como notamos en Eclesiastés 3:11, Dios puso la eternidad en nuestros corazones. ¡Por lo tanto, nuestro propósito duradero y verdadero solo puede ser cumplido por Dios! Salomón toma nota de esta conclusión en Eclesiastés 12:13-14, “El fin de todo el discurso que has oído es: Teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque esto es el todo del hombre. Pues Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa oculta, sea buena o sea mala.”

¡El verdadero propósito eterno solo se puede encontrar en Dios! Hay muchos que pueden intentar inventar un propósito, pero es solo un intento temporal que nunca puede satisfacer completamente nuestro deseo de verdad y de nuestro Dios. El apóstol Juan nota el contraste entre los deseos temporales del mundo y las cosas de Dios que realmente permanecen. Juan declara, “porque nada de lo que hay en el mundo —los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida— proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (1 Juan 2:16-17).

Las cosas de este mundo terminarán, pero los que hacen la voluntad del Padre vivirán para siempre. Esta es una tremenda promesa y propósito para aquellos que responderán a la gracia de Dios y vivirán en obediencia a Él. Este es el único propósito que permanecerá más allá de la muerte. El propósito de amar y obedecer a Dios es el único propósito que tiene beneficio en esta vida y en la vida venidera. Cada uno de nosotros tendrá que comparecer ante el tribunal de Cristo y, si no hemos vivido nuestras vidas con el propósito de amarlo y obedecerlo, entonces nos encontraremos sin ningún propósito verdadero. ¡Qué terrible condición! Hay pocas cosas peores en la vida que sentir que tu vida no tiene sentido y no tiene ningún propósito. Con el mundo hay muchos que se sienten así porque no tienen suficiente dinero, pasión, fama o entretenimiento. La verdad es que la búsqueda de esas cosas te dejará sin propósito ni significado. Sin embargo, Dios nos ofrece a todos un mejor camino. ¡Dios nos proporcionará el propósito verdadero y duradero si miramos más allá de los placeres temporales de este mundo y buscamos su camino! Este propósito está disponible para todos, sin importar su riqueza, inteligencia, atractivo o popularidad. El propósito de Dios está disponible para toda su creación y su propósito eterno puede ser tuyo si lo buscas en fe y obediencia. Hebreos 11:6, “Pero sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que recompensa a los que lo buscan.”

La gracia sea con todos ustedes,

Caleb B. Westbrook

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Carácter de compasión

Cuando pensamos en nuestras vidas como cristianos, ¿qué características nos vienen a la mente? Muchas personas piensan en vivir con rectitud, no participar en prácticas pecaminosas, asistir a servicios y ser activos en buenas obras. Todas estas cosas son importantes y definitivamente son parte de nuestro servicio cristiano, pero a veces puede haber características que podemos pasar por alto. Especialmente en el mundo de hoy donde las personas viven muy separadas o aisladas y a menudo tenemos prejuicios o sospechas de otras personas, puede ser difícil desarrollar ciertos atributos cristianos. Uno de esos atributos que puede ser desafiante es la característica de la compasión. Pablo instruye a los cristianos en Colosenses 3:12, “Entonces, ustedes como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia.”

Pablo dice que debemos vestirnos de compasión.  Aunque podamos estar de acuerdo en que la compasión es un aspecto importante de la vida cristiana, ¿por qué nos encontramos tan endurecidos a veces? ¿Por qué puede ser difícil ser verdaderamente amoroso y compasivo con los demás? Examinemos algunos de los problemas y soluciones a nuestra lucha por tener un carácter de compasión.

El desafío de la compasión

1. Desarrollar un carácter de compasión puede ser difícil debido a nuestro concepto de mérito. Muchas veces queremos ver el mundo a través de un sistema de mérito o acciones dignas. A menudo estamos dispuestos a ser amables o pacientes con otras personas que se comportan amablemente. Incluso podemos evaluar consciente o inconscientemente si alguien merece nuestro respeto, amabilidad o compasión en función de cómo nos tratan. Si bien este es un enfoque muy natural en el mundo, no es la forma en que Cristo nos ha llamado. Note el diferente estándar al que Jesús nos llama en Mateo 5:43-46-

»Ustedes han oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo”. 44 Pero Yo les digo: amen a sus enemigos y oren por los que los persiguen, 45 para que ustedes sean hijos de su Padre que está en los cielos; porque Él hace salir Su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. 46 Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa tienen? ¿No hacen también lo mismo los recaudadores de impuestos? 47 Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen más que otros? ¿No hacen también lo mismo los gentiles? 48 Por tanto, sean ustedes perfectos como su Padre celestial es perfecto.

2. Puede ser difícil tener compasión debido a experiencias pasadas. Hay momentos en los que tratamos de brindar ayuda, amor y compasión a otras personas, pero nuestros esfuerzos no dan mucho fruto productivo. Podemos sacrificar y dar a los demás, solo para que rechacen la verdad y traten de aprovecharse de nosotros. Los momentos en que vemos que las personas reaccionan pecaminosamente a nuestro servicio pueden causarnos un dolor tremendo. No hay manera de evitarlo. Cuando nos abramos al amor y vivamos de manera compasiva, seremos vulnerables. Este es un proceso difícil y doloroso, pero debemos superar el dolor y la preocupación y estar dispuestos a dar más de nosotros mismos. El apóstol Pablo sirve como un excelente ejemplo para nosotros. Incluso después de haber dado tanto a las iglesias, hubo muchos en Corinto que lo calumniaron y se apartaron de su enseñanza. ¿Cómo reaccionó? Pablo no se enfureció ni se enojó. No se encerró lejos de ellos. Pablo estaba dispuesto a seguir amándolos y mostrándoles compasión. 2 Corintios 12:15, “Y yo con mucho gusto gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré por sus almas. Si los amo más, ¿seré amado menos?” Debemos estar dispuestos a tener la misma persistencia y compromiso con la compasión.

Si bien es importante reconocer algunos de los obstáculos que podríamos tener para ser más compasivos, no es suficiente conocer nuestros desafíos. Debemos ser capaces de avanzar más allá de nuestros obstáculos hacia una mejor manera en Cristo. Jesús nos muestra un mejor camino a seguir en la compasión.

Como vestirnos con compasión

1. Necesitamos tener ojos como Jesús – Jesús estaba rodeado de muchas multitudes durante su ministerio. Si bien nos cansaríamos rápidamente de la interacción constante e incluso podríamos cuestionar los motivos de la atención de algunas personas, Jesús reaccionó a todas esas personas de una manera muy diferente. Cuando Jesús miraba a las personas, no las miraba por su mérito terrenal, ni por la posición económica, ni por su fama; Jesús miró el estado espiritual de las personas y las miró con amor. En Marcos 6:34 encontramos un ejemplo muy tierno y amoroso de cómo Jesús miraba a las personas: “Al desembarcar, Jesús vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas sin pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas.” Si realmente queremos vestirnos de compasión, primero debemos comenzar a mirar a los demás de manera diferente. En lugar de ver a las personas por medios físicos y juzgar su situación, deberíamos verlas como ovejas perdidas que necesitan ayuda y consuelo. Cuando transformamos la forma en que vemos, podemos comenzar a tener más compasión como nuestro Maestro, Cristo, tiene por nosotros.

2. Debemos entender cuánta compasión nos ha mostrado Jesús- cuando no tenemos compasión hacia los demás, en última instancia, estamos reflejando nuestra ignorancia y apatía hacia la compasión que Jesús ya nos ha mostrado. Jesús advierte sobre tal ingratitud hipócrita en Mateo 18:23-35, donde cuenta la historia del siervo a quien su amo le había perdonado una deuda impagable, que luego ese siervo fue duro e implacable con sus compañeros de servicio. ¡No debemos ser como ese siervo malvado e ingrato! Si luchamos por ser compasivos con los demás, debemos recordar cuánto Cristo ha tenido misericordia y compasión hacia nosotros. No debemos ser endurecidos o arrogantes, más bien debemos reflejar la actitud de nuestro Maestro al mostrar amor, paciencia y compasión. Realmente no podemos ser seguidores de Cristo si no entendemos cuánta compasión nos ha mostrado Jesús y si no compartimos y mostramos esa compasión con otras personas.

La gracia sea con todos ustedes,

Caleb B. Westbrook

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Siete “Ceros” Del Nuevo Testamento

Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” – Juan 8:32

La mayoría de los estudiantes bíblicos están familiarizados con algunos de sus números claves. Por ejemplo, el numero cuarenta es clave al diluvio, la vida de Moisés, los Israelitas en el desierto, el ayuno de Cristo, y otros eventos bíblicos. Doce era el número de los hijos de ambos Ismael y Jacob. También es el número de los apóstoles, la edad de la hija de Jairo, y el número de las cestas recogidas después de la alimentación de los cinco mil. Hay otros números de los cuales podríamos hablar, pero ¿en alguna vez has pensado de los ceros en el Nuevo Testamento? Debido al que concepto matemático del cero no se desarrolló hasta siglos más tardes, la palabra cero no es mencionada en el Nuevo Testamento, pero hay algunas cosas que comúnmente se encuentran hoy que están visiblemente ausentes del Nuevo Testamento.

Cero # 1 – Recitaciones de la oración Ave María

Para muchos el término “Hail Mary” en inglés (Ave María) significa nada más que un pase largo intentado a finales de un partido de futbol americano, pero a millones más el Ave María, o Hail Mary, es un elemento importante de oración en su devoción religiosa. En conjunción con esto queremos hacer dos observaciones: 1) María verdaderamente fue una mujer especial (Lucas 1:28, 41-45, 46-48); 2) a pesar de su uso casual por parte de comentaristas del futbol americano, muchos de los que recitan el Ave María lo toman muy seriamente. Habiendo dicho esto, no hay una sola referencia para orar el Ave María en el Nuevo Testamento. Mientras que algunas de las frases que componen el Ave María están en el Nuevo Testamento, nunca se encuentran en un versículo junto como una oración que debe ser rezada. De hecho, no hay ni una sola referencia explícita a María después de Hechos 1. El libro de Hechos relata la historia de la predicación apostólica, y luego al leer las cartas a las diferentes iglesias e individuos, nunca leemos del Ave María, no leemos de María en lo absoluto, tampoco dice que hay que orarle.

Cero # 2 – Referencias a Pedro (o Cualquier Otro) como Papa

Aunque millones de gente creen que el papado empezó con Pedro, no hay evidencia de esto que se encuentra en el Nuevo Testamento. Pedro era un hombre casado (Mateo 8:14) el cual no permitió que Cornelio le adorara (Hechos 10:25, 26), y el mismo se describe a algunos simplemente como un “anciano también,” no como el Padre Santo (1 Pedro 5:1). Usted puede leer acerca de Pedro el Papa fuera del Nuevo Testamento, pero no encontrara ninguna mención de tal dentro de sus páginas.

Cero # 3 – Predicadores Llamados por el Titulo Reverendo

Reverendo se ha convertido en el titulo común colocado antes del nombre de predicadores, pero no hay base escritural para hacer esto. Mucha gente usa el título de “reverendo” para mostrar respeto o reverencia a un líder religioso. Reverencia significa “un respeto profundo, reverenciar, venerar.” La mayoría de las traducciones bíblicas no contienen la palabra, pero si se encuentra en Salmo 111:9 en la versión King James (en inglés) donde se aplica al nombre de Dios. Es un honor predicar el evangelio de Jesucristo (Romanos 10:15), pero tal trabajo no merece un título de exaltación. Prestemos atención a la advertencia dada a los discípulos en Mateo 20:26, 27- “Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo.” Jesús no quiere que exaltemos al hombre, sino que debemos reverenciar solo a Dios.

Cero # 4 – Mujeres Predicando a la Congregación

Mientras que las mujeres participaron en la difusión de las buenas nuevas acerca de Jesucristo (Hechos 8:4; 18:26;21:8 9), es obvio que cuando la congregación entera estaba reunida las mujeres debían guardar silencio (1 Corintios 14:23, 34, 35). En otro lugar Pablo, basado en la orden de creación y la naturaleza del primer pecado, declaró que a las mujeres no se les permitía enseñar en posiciones de autoridad sobre los hombres (1 Timoteo 2:11-14). Puede parecer extraño en nuestra cultura del siglo veintiuno, pero el número de mujeres predicadores en el Nuevo Testamento fue cero. ¿El cambio cultural de hoy nos da el derecho de cambiar ese número?

Cero # 5 – Música Instrumental en la Adoración de la Iglesia

Existen muchas referencias a la música instrumental en la adoración del Antiguo Testamento, tanto en 1 Crónicas y los Salmos, pero ninguno en el Nuevo Testamento. Debido a que encontramos varias referencias al cantar para los cristianos aquí en la tierra (por ejemplo en  1 Corintios 14:15; Efesios 5:19; Colosenses 3:16), pero ninguna del tocar instrumentos musicales en el Nuevo Testamento, ¿no hace la mención tan frecuente en el Antiguo Testamento aún más visible el cero en el Nuevo Testamento?

Cero # 6 – El Bautismo de Niños

Mientras millones de personas hoy en día fueron bautizados como infantes, no hay una sola mención de esta práctica en el Nuevo Testamento. Bautismos en el primer siglo eran para los de edad adecuada y suficiente maduros para creer, arrepentirse, y entregar su vida al Señor (Marcos 16:16; Hechos 2:38; Mateo 28:18, 19). Aunque se nos dice que algunos hogares fueron bautizados (por ejemplo en Hechos 16:33; 34), no todas las familias en ese tiempo ni ahora incluyen infantes. De hecho, la única vez que la edad se indica acerca de las personas bautizadas es en Hechos 8:12 donde leemos, “…se bautizaban hombres y mujeres.”Si el número de bautismos de niños en el Nuevo Testamento es cero, ¿por qué debe de haber unos hoy?

Cero # 7 – Gente Salvados por la “Oración del Pecador”

A incontables millones se les ha dicho que recen la oración del pecador, pero ningún apóstol de Jesucristo jamás dio semejante instrucciones. Pedro respondió a la pregunta de qué se debe hacer con una exhortación al arrepentimiento y el bautismo para remisión de los pecados (Hechos 2:37, 38). Después de haber visto al Señor en una visión Pablo pasó tres días orando, para que se le digiera, “Ahora, pues, ¿Por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre”(Hechos 22:16). En vez de rezar una oración que nunca se encuentra en el Nuevo Testamento, ¿no debemos hacer lo que el Salvador dijo en Marcos 16:16? “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”

Conclusión

¿Por qué se encentran tantos ceros del Nuevo Testamento en gran cantidad hoy? Mientras que muchas respuestas se podrían dar a esta pregunta, estamos seguros de que ninguna buena respuesta se encontrara. “Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema” (Gálatas 1:8, 9). Por eso, la Biblia (la Palabra de Dios) debe ser nuestra única guía. ¡No debemos agregarle ni quitarle nada!

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(Autor original desconocido, editado y revisado por Caleb B. Westbrook)