La mayoría de la gente respondería con un rotundo “sí” a la pregunta: “¿Conoces a Dios?” Conocer a Dios conlleva la idea de conocimiento sobre sus cualidades, obras, carácter e identidad. Aunque podamos sonar con una afirmación positiva acerca de conocer a Dios, puede hacernos bien hacer una pausa en esta afirmación y tratar de entender lo que queremos decir con esto. Para ayudarnos a examinar esto, comencemos primero con la vida de Moisés.
¿Moisés conocía a Dios? Bueno, ¡de todas las personas asumiríamos que Moisés conocía a Dios! Estaba claro que Moisés había hablado con Dios en la zarza ardiente (Éxodo 3:2) y se había comunicado con Dios en numerosas ocasiones durante el éxodo de Israel de Egipto. Moisés subió al monte Sinaí y se comunicó directamente con Dios cuando recibió la ley (Éxodo 19-32). Incluso después del tiempo de Moisés en el monte Sinaí, pasó mucho tiempo en la tienda de reunión fuera del campamento, comunicándose directamente con Dios (Éxodo 33:7-8, 11). Éxodo 33:11 incluso dice: “Y el Señor acostumbraba hablar con Moisés cara a cara, como habla un hombre con su amigo…” Sin duda, Moisés conocía a Dios, ¿verdad?
Con una relación y comunicación tan directa con Dios, es asombroso considerar lo que Moisés dice en Éxodo 33:13: “Ahora pues, si he hallado gracia ante Tus ojos, te ruego que me hagas conocer Tus caminos para que yo te conozca y halle gracia ante Tus ojos. Considera también que esta nación es Tu pueblo.” La súplica de Moisés es conocer los caminos de Dios para que él pueda conocer a Dios. Aunque Moisés había pasado tanto tiempo con el Señor, todavía sentía que no conocía completamente a Dios. Esta petición de Moisés se hizo en el contexto de pedir que la presencia de Dios permaneciera con los hijos de Israel y más adelante en el texto Moisés pide ver la gloria de Dios. Moisés sabía mucho más acerca de Dios que cualquiera de los otros israelitas. Sin embargo, tenía un deseo constante de conocer más a Dios y reconocía sus limitaciones de conocimiento. Además, parece evidente que Moisés comprendió que es imposible que cualquier mortal tenga un conocimiento absoluto de Jehová.
Nuestro conocimiento y experiencia personal son simplemente demasiado limitados para que podamos comprender al Eterno Dios. A pesar de la impresionante cantidad de contacto e interacción de Moisés con Dios, Moisés, en su humildad, reconoció que la búsqueda de conocer a Dios nunca se logró por completo en esta vida. Dios está más allá de nosotros incluso en nuestra imaginación. Podemos vislumbrar esta imposibilidad en Job 11:7-9 – “Podrás tú descubrir las profundidades de Dios? ¿Podrás descubrir los límites del Todopoderoso? Altos son como los cielos; ¿qué puedes tú hacer? Más profundos son que el Seol; ¿qué puedes tú saber? Más extensa que la tierra es su dimensión, Y más ancha que el mar.” Mas, Isaías 40 presenta una perspectiva verdaderamente impresionante de la grandeza de Dios. El entendimiento de Dios es inescrutable y está más allá de nuestro alcance. “¿Acaso no lo sabes? ¿Es que no lo has oído? El Dios eterno, el Señor, el creador de los confines de la tierra No se fatiga ni se cansa. Su entendimiento es inescrutable.” (Isaías 40:28). Dios no puede ser “conocido” por los esfuerzos humanos. Incluso cuando Dios se revela a Sí mismo, no nos da todo para entender. Es imposible para nosotros comprender todo lo que Él es, era y será.
Entonces, si Dios está más allá de nuestro entendimiento y Moisés incluso buscó continuamente conocer a Dios, ¿cómo deberíamos hablar entonces de “conocer” a Dios? Demasiadas veces hoy actuamos como si conocer a Dios fuera algo frívolo. Actuamos con arrogancia como si “sabemos” lo que Dios piensa sobre determinados temas y proclamamos con orgullo lo que Dios quiere o no quiere. Pablo en Romanos 11:33 se hace eco de Isaías cuando dice: “¡Oh, profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son Sus juicios e inescrutables Sus caminos!” Cuando vamos más allá de las Escrituras, hemos superado el área de conocimiento que Dios nos ha dado para conocerlo. La única forma en que podemos llegar a conocer a Jehová a través de cualquier capacidad es a través de la forma en que Él ha elegido revelarse mediante la revelación.
Cuando tratamos arrogantemente de poner a Dios en una caja de lo que Él puede y no puede hacer, o le imponemos nuestros pensamientos, limitaciones o deseos, es un acto de orgullo pecaminoso e idolatría. Nuestra cultura humanista y modernista cree tontamente que “el hombre es la medida de todas las cosas” y que Dios debe ajustarse a nuestra racionalidad y sensibilidad. Cuando vemos a Dios a través de una lente tan limitada y restrictiva, no es a Dios a quien vemos, sino al ídolo que hemos creado. Dios es ilimitado y vasto. Nunca debemos ser arrogantes o frívolos con la idea de conocerlo. Más bien, deberíamos ser como Moisés, quien, aunque conversaba con Dios, todavía deseaba constantemente conocer los caminos de Dios, conocerlo y ver Su gloria.
La buena noticia es que podemos conocer a Dios de la manera que Él nos ha prescrito. Jesucristo es Emmanuel, Dios con nosotros, y vino al mundo para revelarnos al Padre (Juan 14: 7-10; 17: 25-26). Debemos llegar a conocer a Cristo porque Él es el único Camino al Padre (Juan 14: 6). Conocer verdaderamente a Dios es tener vida eterna: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.” (Juan 17: 3). Es posible conocer a Dios a través de Jesús, pero esto no es un conocimiento de la capacidad humana, sino un conocimiento por la fe. Es un conocimiento sagrado que debemos alcanzar. Aun así, tal conocimiento nunca es completo en este lado de la eternidad. Es algo que debemos continuar, como lo hizo Moisés, esforzándonos por conocer cada vez más los caminos de Dios y quién es Él. Como dijo Pedro, que podamos seguir esta instrucción, “Antes bien, crezcan en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A Él sea la gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.” (2 Pedro 3:18).
La gracia sea con todos ustedes,
Caleb B. Westbrook
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Excelente!