Category Archives: La Vida Cristiana

Todo el deber del hombre

Por Matthew W. Bassford

«Vanidad de vanidades», dice el Predicador, «Vanidad de vanidades, todo es vanidad». ¿Qué provecho recibe el hombre de todo el trabajo Con que se afana bajo el sol? Una generación va y otra generación viene, Pero la tierra permanece para siempre. El sol sale y el sol se pone, A su lugar se apresura. De allí vuelve a salir. Soplando hacia el sur, Y girando hacia el norte, Girando y girando va el viento; Y sobre sus giros el viento regresa. Todos los ríos van hacia el mar, Pero el mar no se llena. Al lugar donde los ríos fluyen, Allí vuelven a fluir. Todas las cosas son fatigosas, El hombre no puede expresarlas. No se sacia el ojo de ver, Ni se cansa el oído de oír. Lo que fue, eso será, Y lo que se hizo, eso se hará; No hay nada nuevo bajo el sol. 10 ¿Hay algo de que se pueda decir: «Mira, esto es nuevo»? Ya existía en los siglos Que nos precedieron. 11 No hay memoria de las cosas primeras Ni tampoco de las postreras que sucederán; No habrá memoria de ellas Entre los que vendrán después.” (Eclesiastés 11:2-11)

Los primeros capítulos de Eclesiastés están seguramente entre los más sombríos de toda la Biblia. En ellos, Salomón examina la vida bajo el sol y concluye que todas las actividades humanas habituales son inútiles y vanas. La riqueza no trae satisfacción duradera. La búsqueda del placer demuestra ser inútil. La acumulación de posesiones materiales se vuelve fastidiosa.

Lo mismo ocurre con las metas que parecen ser más sabias. Por ejemplo, parece digno de elogio acumular tesoros que proveerán para sus herederos incluso después de que hayas muerto. Sin embargo, Salomón observa que tus descendientes bien pueden ser idiotas que malgastarán todo lo que cuidadosamente acumulaste.

Incluso la sabiduría en sí misma no es un camino hacia la satisfacción. Claro, puedes ir por la vida entendiendo de qué se trata la vida y tomando decisiones sabias, pero no importa cuán sabio seas, igual vas a morir. Te enterrarán en un cementerio junto a un montón de tontos, y tu situación no será mejor que la de ellos.

En resumen, Salomón nos dice que la vida bajo el sol no tiene sentido, continuamente ensombrecida por la inevitabilidad de la muerte. No importa cuán inteligentes seamos, no importa cuántas vías diferentes intentemos, no podremos resolver el problema. Cuanto más buscamos, más desesperados nos volveremos.

Aunque fue escrito hace miles de años, Eclesiastés identifica el problema central de la sociedad moderna. Hemos logrado longevidad, seguridad y abundancia sin igual. Sin embargo, estas cosas no han logrado satisfacer las necesidades más profundas del corazón humano.

A pesar de la riqueza y la comodidad, demasiados entre nosotros están tan alienados que se convierten en asesinos en masa, destruyendo a otros junto con ellos mismos en un estallido de furia nihilista. Tales cosas no sucedían en este país hace cien años, a pesar de que el país era mucho más pobre y la vida era mucho más incierta.

El mismo sentido de alienación aparece en el movimiento transgénero, en el que las personas que se sienten miserables rechazan la verdad de sus propios cuerpos en una búsqueda desesperada de satisfacción y plenitud. Aunque la disforia de género no existía en el antiguo Israel, Salomón no habría tenido problemas para diagnosticar sus causas o predecir su resultado. Con un momento de reflexión, todos nosotros podríamos identificar muchos otros síntomas de la misma enfermedad.

Por supuesto, la conclusión de Salomón en Eclesiastés no es el consejo de la desesperación. En cambio, en Eclesiastés 12:13-14, insta a sus lectores a temer a Dios y guardar Sus mandamientos. La conclusión, cuando todo se ha oído, es esta: Teme a Dios y guarda Sus mandamientos, Porque esto concierne a toda persona. 14 Porque Dios traerá toda obra a juicio, Junto con todo lo oculto, Sea bueno o sea malo.” (Eclesiastés 12:13-14) Salomón hace esta exhortación por dos razones. Primero, es todo el deber del hombre. Una vida que está enfocada en Dios encontrará sentido en la falta de sentido y esperanza en la desesperanza.

Segundo, Salomón nos recuerda que Dios traerá cada acto a juicio. Por lo tanto, aunque la vida terrenal parezca fútil y vana, en realidad es todo lo contrario. La pregunta clave de nuestra existencia no es si podemos encontrar descanso para nuestras almas bajo el sol; no podemos. En cambio, es si viviremos bajo el sol de tal manera que podamos encontrar descanso para nuestras almas para siempre en la presencia de Dios.

Nuestras vidas no carecen de significado. Más bien, son terriblemente significativos. Cada día que vivimos, la eternidad está en juego. Todos los días, damos un paso más hacia el éxito tremendo o el fracaso ruinoso. Todos los días elegimos si seremos contados con los enemigos de Dios o con sus amigos.

Vivimos en una sociedad que está a la deriva, sin rumbo y sin propósito. Sin embargo, no debemos permitir que las mentiras de la sociedad oscurezcan nuestro propósito y nuestro objetivo. Sí, la vida bajo el sol no tiene sentido, pero una vida dedicada a Dios no es sin sentido. Aferrémonos a la esperanza que se nos presenta e invitemos a todos los que nos rodean a hacer lo mismo.

(Artículo traducido y editado por Caleb B. Westbrook)

¿Estás impresionado por Dios?

Como cristianos, hablamos mucho de Dios. Oramos a Dios todos los días, escuchamos lecciones acerca de Dios y leemos Su Palabra. Sin embargo, con todo lo que hablamos acerca de Dios, a veces podemos caer en la trampa de olvidar cuán grande y maravilloso es realmente Dios. Podemos volvernos demasiado familiares o cómodos con Él. Es refrescante y necesario recordarnos constantemente que todo lo que hacemos debe estar dirigido a Dios (Colosenses 3:17). Dios no es una cosa, ni un ser imaginario, ni es una cosa que servimos, sino que es el “Quién”, es el Uno sobre todas las cosas, es nuestro Padre. Dios es el Ser más elevado que jamás podríamos concebir y si pensamos que podemos envolver nuestras mentes alrededor de Dios, entonces nuestro concepto de Dios está equivocado. Dios es infinito y eterno. Necesitamos estar constantemente asombrados por Su grandeza.

¿Cuándo fue la última vez que te detuviste y te impresionó Dios? ¿Alguna vez te has impresionado sin palabras con Dios? ¿Alguna vez has sentido el profundo asombro al tratar de concebir al inconcebible y eterno Creador? Si no es así, querido amigo, te estás perdiendo un gozo verdaderamente especial y una parte maravillosa de tu relación con Dios.

Dios no guarda silencio sobre su grandeza. Él no se está jactando ni alardeando, sino simplemente describiendo la realidad de quién es Él. La Biblia está llena de ejemplos y testimonios de la grandeza y majestad de Dios. Consideremos algunos puntos de la grandeza de Dios expresada en la Palabra de Dios para ayudar a reavivar la chispa de asombro en nuestro corazón para que Jehová nuestro Padre realmente nos impresione.

1. Debemos estar impresionados por Dios al ver Su obra en la creación.

Nota lo que dice el salmista acerca de la grandeza de Dios vista en Su obra de la creación: “Los cielos proclaman la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de Sus manos. Un día transmite el mensaje al otro día, Y una noche a la otra noche revela sabiduría. No hay mensaje, no hay palabras; No se oye su voz. Pero por toda la tierra salió su voz, Y hasta los confines del mundo sus palabras.” (Salmo 19:1-4a). Muchas veces estamos asombrados por la creación que nos rodea. Cuando nos paramos en la playa y vemos un hermoso atardecer, cuando subimos una montaña para ver el amanecer, cuando vemos las hermosas cascadas a nuestro alrededor; hay innumerables maneras de quedar impresionado y asombrado al contemplar la creación que nos rodea. Desde las mejores vistas hasta el organismo microscópico, hay orden y belleza a nuestro alrededor. ¿Cómo no vamos a estar impresionados?

Sin embargo, muchas personas se asombran al ver la naturaleza, pero no se dan cuenta de que el creador de toda esta maravillosa belleza es mucho más impresionante que la creación misma. Dios es Aquel que pronunció Su Palabra para crear todas las cosas que vemos (Génesis 1:1-3, Hebreos 11:3) “Porque toda casa es hecha por alguno, pero el que hace todas las cosas es Dios.” (Hebreos 3:4) Las obras maravillosas de Dios son prueba de que Él es un Dios de verdad, bondad, belleza y orden. Cuando apreciamos los hermosos momentos de la vida, debemos centrarnos más profundamente en Aquel que creó todos esos momentos y bendiciones: ¡nuestro Padre impresionante y maravilloso!

2. Debemos estar impresionados por la majestad y el poder de Dios al ver sus juicios

¿Alguna vez has estado en una ciudad importante como Nueva York o Londres? Las vastas ciudades y los altos edificios que la humanidad ha construido son verdaderamente espectáculos para la vista. Sin embargo, Dios es mucho más grande e impresionante que cualquier cosa que la humanidad pueda esperar imaginar. Al describir la grandeza de Dios, el profeta Isaías declara: Las naciones le son como gota en un cubo, Y son estimadas como grano de polvo en la balanza. Él levanta las islas como al polvo fino. (Isaías 40:15). Sin embargo, desde los primeros días de la humanidad, la gente ha buscado levantar torres idólatras de codicia, poder y orgullo para tratar de atacar la grandeza de Dios (ver el ejemplo de la torre de Babel – Génesis 11:1-9). Vez tras vez, Dios ha traído juicio contra las naciones malvadas. Incluso las naciones más poderosas de las que la historia ha sido testigo, como los imperios egipcio, babilónico, persa y romano, encontraron su fin cuando Dios trajo Su juicio contra ellos.

Nada de lo que puedan hacer las naciones puede detener el asombroso poder de Dios. “Porque del Señor es el reino, Y Él gobierna las naciones.” (Salmo 22:28). Dios es más poderoso y asombroso que cualquier nación o ejército. Él es el Señor de los ejércitos y los juicios que ejecuta son verdaderamente terribles y nos humillamos al contemplarlos. Su poder es insuperable. “Vengan, contemplen las obras del Señor, Que ha hecho asolamientos en la tierra; Que hace cesar las guerras hasta los confines de la tierra; Quiebra el arco, parte la lanza, Y quema los carros en el fuego. Estén quietos, y sepan que Yo soy Dios; Exaltado seré entre las naciones, exaltado seré en la tierra.” (Salmo 46:8-10).

Los juicios que Dios trae contra las naciones arrogantes del hombre no son más que un presagio del juicio final que Dios traerá a todas las personas. Dios será un juez justo y ejecutará un juicio perfecto. No habrá nada comparado con el juicio final que Dios traerá (2 Corintios 5:10).

3. Debemos estar impresionados por Dios debido a Su amor eterno por nosotros.

Aunque podemos estar impresionados por la maravillosa obra de creación de Dios y sus juicios incomparables, lo más impresionante de Dios que debería conmovernos en lo profundo de nuestras almas es el amor constante de Dios por nosotros. Aunque todos hemos pecado y rechazado Su ley (Romanos 3:23) y hemos sido Sus enemigos (Romanos 5:9-10), Dios todavía ha elegido amarnos hasta el punto de enviar a Su propio Hijo a morir por nosotros. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16) Cuando comprendemos la terrible consecuencia de nuestro pecado, debemos ser movidos con gran amor para quedar completamente impresionados por el amor de nuestro maravilloso Dios y Padre.

La gracia sea con todos ustedes,

Caleb B. Westbrook

Encuéntranos también en https://www.facebook.com/SoloUnCristiano

¿De verdad conoces a Dios?

La mayoría de la gente respondería con un rotundo “sí” a la pregunta: “¿Conoces a Dios?” Conocer a Dios conlleva la idea de conocimiento sobre sus cualidades, obras, carácter e identidad. Aunque podamos sonar con una afirmación positiva acerca de conocer a Dios, puede hacernos bien hacer una pausa en esta afirmación y tratar de entender lo que queremos decir con esto. Para ayudarnos a examinar esto, comencemos primero con la vida de Moisés.

¿Moisés conocía a Dios? Bueno, ¡de todas las personas asumiríamos que Moisés conocía a Dios! Estaba claro que Moisés había hablado con Dios en la zarza ardiente (Éxodo 3:2) y se había comunicado con Dios en numerosas ocasiones durante el éxodo de Israel de Egipto. Moisés subió al monte Sinaí y se comunicó directamente con Dios cuando recibió la ley (Éxodo 19-32). Incluso después del tiempo de Moisés en el monte Sinaí, pasó mucho tiempo en la tienda de reunión fuera del campamento, comunicándose directamente con Dios (Éxodo 33:7-8, 11). Éxodo 33:11 incluso dice: “Y el Señor acostumbraba hablar con Moisés cara a cara, como habla un hombre con su amigo…” Sin duda, Moisés conocía a Dios, ¿verdad?

Con una relación y comunicación tan directa con Dios, es asombroso considerar lo que Moisés dice en Éxodo 33:13: “Ahora pues, si he hallado gracia ante Tus ojos, te ruego que me hagas conocer Tus caminos para que yo te conozca y halle gracia ante Tus ojos. Considera también que esta nación es Tu pueblo.” La súplica de Moisés es conocer los caminos de Dios para que él pueda conocer a Dios. Aunque Moisés había pasado tanto tiempo con el Señor, todavía sentía que no conocía completamente a Dios. Esta petición de Moisés se hizo en el contexto de pedir que la presencia de Dios permaneciera con los hijos de Israel y más adelante en el texto Moisés pide ver la gloria de Dios. Moisés sabía mucho más acerca de Dios que cualquiera de los otros israelitas. Sin embargo, tenía un deseo constante de conocer más a Dios y reconocía sus limitaciones de conocimiento. Además, parece evidente que Moisés comprendió que es imposible que cualquier mortal tenga un conocimiento absoluto de Jehová.

Nuestro conocimiento y experiencia personal son simplemente demasiado limitados para que podamos comprender al Eterno Dios. A pesar de la impresionante cantidad de contacto e interacción de Moisés con Dios, Moisés, en su humildad, reconoció que la búsqueda de conocer a Dios nunca se logró por completo en esta vida. Dios está más allá de nosotros incluso en nuestra imaginación. Podemos vislumbrar esta imposibilidad en Job 11:7-9 – “Podrás tú descubrir las profundidades de Dios? ¿Podrás descubrir los límites del Todopoderoso? Altos son como los cielos; ¿qué puedes tú hacer? Más profundos son que el Seol; ¿qué puedes tú saber? Más extensa que la tierra es su dimensión, Y más ancha que el mar.” Mas, Isaías 40 presenta una perspectiva verdaderamente impresionante de la grandeza de Dios. El entendimiento de Dios es inescrutable y está más allá de nuestro alcance. “¿Acaso no lo sabes? ¿Es que no lo has oído? El Dios eterno, el Señor, el creador de los confines de la tierra No se fatiga ni se cansa. Su entendimiento es inescrutable.” (Isaías 40:28). Dios no puede ser “conocido” por los esfuerzos humanos. Incluso cuando Dios se revela a Sí mismo, no nos da todo para entender. Es imposible para nosotros comprender todo lo que Él es, era y será.

Entonces, si Dios está más allá de nuestro entendimiento y Moisés incluso buscó continuamente conocer a Dios, ¿cómo deberíamos hablar entonces de “conocer” a Dios? Demasiadas veces hoy actuamos como si conocer a Dios fuera algo frívolo. Actuamos con arrogancia como si “sabemos” lo que Dios piensa sobre determinados temas y proclamamos con orgullo lo que Dios quiere o no quiere. Pablo en Romanos 11:33 se hace eco de Isaías cuando dice: “¡Oh, profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son Sus juicios e inescrutables Sus caminos!” Cuando vamos más allá de las Escrituras, hemos superado el área de conocimiento que Dios nos ha dado para conocerlo. La única forma en que podemos llegar a conocer a Jehová a través de cualquier capacidad es a través de la forma en que Él ha elegido revelarse mediante la revelación.

Cuando tratamos arrogantemente de poner a Dios en una caja de lo que Él puede y no puede hacer, o le imponemos nuestros pensamientos, limitaciones o deseos, es un acto de orgullo pecaminoso e idolatría. Nuestra cultura humanista y modernista cree tontamente que “el hombre es la medida de todas las cosas” y que Dios debe ajustarse a nuestra racionalidad y sensibilidad. Cuando vemos a Dios a través de una lente tan limitada y restrictiva, no es a Dios a quien vemos, sino al ídolo que hemos creado. Dios es ilimitado y vasto. Nunca debemos ser arrogantes o frívolos con la idea de conocerlo. Más bien, deberíamos ser como Moisés, quien, aunque conversaba con Dios, todavía deseaba constantemente conocer los caminos de Dios, conocerlo y ver Su gloria.

La buena noticia es que podemos conocer a Dios de la manera que Él nos ha prescrito. Jesucristo es Emmanuel, Dios con nosotros, y vino al mundo para revelarnos al Padre (Juan 14: 7-10; 17: 25-26). Debemos llegar a conocer a Cristo porque Él es el único Camino al Padre (Juan 14: 6). Conocer verdaderamente a Dios es tener vida eterna: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.” (Juan 17: 3). Es posible conocer a Dios a través de Jesús, pero esto no es un conocimiento de la capacidad humana, sino un conocimiento por la fe. Es un conocimiento sagrado que debemos alcanzar. Aun así, tal conocimiento nunca es completo en este lado de la eternidad. Es algo que debemos continuar, como lo hizo Moisés, esforzándonos por conocer cada vez más los caminos de Dios y quién es Él. Como dijo Pedro, que podamos seguir esta instrucción, “Antes bien, crezcan en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A Él sea la gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.” (2 Pedro 3:18).

La gracia sea con todos ustedes,

Caleb B. Westbrook

Encuéntranos también en https://www.facebook.com/SoloUnCristiano

Excepciones peligrosas

En 1 Samuel 15, el rey Saúl se enfrenta a una decisión: ¿Destruirá a los amalecitas, o escuchará al pueblo y perdonará al ganado ya su rey? Como muestra el texto, Saúl pensó que estaba cumpliendo el mandamiento de Dios. Cuando se encuentra con Samuel, Saúl declara: “He cumplido el mandamiento del Señor.” (1 Samuel 15:13). Samuel desafía esta noción y pregunta por qué escucha al ganado. Saúl echa la culpa de la decisión al pueblo, pero además creó una excepción en su mente al mandato del Señor. En el punto de vista de Saúl, el mandamiento de Dios de “destrucción total” tenía excepciones porque las excepciones iban a ser usadas por la noble razón del sacrificio. Sabemos que esto estaba en el corazón del asunto por la forma en que Samuel respondió: “¿Se complace el Señor tanto En holocaustos y sacrificios Como en la obediencia a la voz del Señor? Entiende, el obedecer es mejor que un sacrificio, Y el prestar atención, que la grasa de los carneros…” (1 Samuel 15:22).

Una lección vital que aprendemos de este fracaso del rey Saúl es que Dios no quiere que inventemos nuestras propias excepciones o cambios a sus mandamientos. No importa cuán noble pensemos que es nuestro razonamiento para crear una excepción, Dios quiere que obedezcamos, no que cambiemos Sus mandamientos. La Biblia está llena de advertencias sobre personas que inventaron sus propias excepciones a la ley de Dios y pagaron el terrible precio de su desobediencia. Nadab y Abiú querían una excepción para el fuego extraño (Levítico 10:1-3); Uza y David querían una excepción por tocar el arca del pacto (1 Crónicas 13:9-14); los judíos crearon excepciones de por qué no tenían que mantener financieramente a sus padres sino dar dinero para el templo (Mateo 7:9-13).

Es peligroso crear una excepción a una de las leyes de Dios si Él no ha autorizado una excepción. Deuteronomio 4:2 dice, “Ustedes no añadirán nada a la palabra que yo les mando, ni quitarán nada de ella, para que guarden los mandamientos del Señor su Dios que yo les mando.” Si hacemos excepciones a la ley de Dios que Él no ha autorizado, entonces somos culpables de añadir a Su ley. Al crear nuestras propias excepciones, nos rebelamos contra la autoridad de Dios y nos colocamos como jueces y autoridades en lugar de someternos a Su Ley. Dios no deja en nuestras manos la decisión de crear excepciones. Esto es tan simple como una de dos posibilidades: 1) Una excepción es algo que Dios ha establecido, y debemos entenderlo y aplicarlo, o 2) Una excepción proviene de nuestra propia creación para justificar nuestras acciones.

Podemos tener confianza en que las excepciones son bíblicas cuando se encuentran en la santa palabra de Dios.

Si no hubiera una guía bíblica sobre las excepciones, entonces se nos dejaría determinar nuestras propias excepciones a la ley de Dios. Esto sería un caos. Sin ningún estándar o guía de excepciones, se dejaría que cada persona decidiera su sentido de la justicia, lo que conduce a la anarquía, la rebelión y el caos (ver Jueces 21:25). Hay muchas personas en el mundo de hoy que cambian el patrón de la palabra de Dios alegando “excepciones” a Su patrón. Desde mujeres que actúan como predicadoras y pastoras, hasta errores con respecto a la salvación solo por la fe, hasta música instrumental en la adoración, hasta error sobre divorcio, hay tantas justificaciones erróneas que las personas han creado bajo la categoría de “excepciones.” Si no seguimos la ley de Dios con respecto a las excepciones, estaremos condenados a caer en el mismo ciclo de desobediencia.

Es tal tentación para nosotros seguir la sabiduría de los hombres y nuestro propio orgullo y autojustificación que queremos crear excepciones a la ley de Dios cuando Él no ha establecido una excepción. Miremos el ejemplo de este tipo de fracaso y tentación en el ejemplo de Mateo 15:1-9. En este texto Jesús condena a los judíos por crear excepciones a la ley de Dios por sus propias tradiciones. “Porque Dios mandó diciendo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente. Pero vosotros decís: Cualquiera que diga a su padre o a su madre: Es mi ofrenda a Dios todo aquello con que pudiera ayudarte, ya no ha de honrar a su padre o a su madre.” (Mateo 15:4-6a). Los judíos habían usado su idea de una excepción (al pagar dinero al templo) para excusarse por proveer para las necesidades de sus padres. Jesús dijo que por su invención de la falsa excepción estaban pecando: “Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición.(Mateo 15:6b). Si alguna vez tratamos de eludir la clara enseñanza de Dios tratando de inventar excepciones que Dios no ha comunicado, entonces somos culpables del mismo pecado que los judíos en Mateo 15. Jesús tiene palabras muy duras para los judíos que crearon sus propias excepciones: “Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.(Mateo 15:7-9). Si inventamos nuestras propias excepciones entonces no estamos siguiendo la Palabra de Dios, sino que estamos practicando las doctrinas de los hombres.

Nunca debemos tratar de invalidar la ley de Dios con nuestras excepciones. Eso demuestra rebeldía y falta de fe. Tengamos cuidado de no caer en el pecado del rey Saúl y de los judíos que buscaban justificarse con falsas excepciones. Sólo aceptemos las excepciones que Dios ha establecido. No importa si las excepciones son creadas por nuestros amigos, nuestra familia, o incluso si las excepciones son aceptadas por nuestra iglesia local, si una excepción no es de Dios entonces es de la tradición de los hombres. Examinemos la Biblia con fe y sigamos la Palabra de Dios solo como Él prescribe. ¡No añadamos ni quitemos de Su perfecta Ley, sino obedezcámosla tal como Él nos la ha entregado! (Deuteronomio 4:2)

La gracia sea con todos ustedes,

Caleb B. Westbrook

Encuéntranos también en https://www.facebook.com/SoloUnCristiano

Simplemente cristianos

Si siembras semillas de tomate en tu jardín, ¿qué esperas que crezca? ¿Calabaza, pepino o pimientos? ¡Claramente no! Si siembras semillas de tomate esperarás cultivar plantas de tomate que luego producirán tomates. Las semillas producirán el fruto de su propia clase. Todos en el mundo entienden esta ley natural básica. Jesús utilizó la imagen de una semilla en numerosas ocasiones a lo largo de sus enseñanzas en sus parábolas (Marcos 4:1-29, las parábolas del sembrador y del crecimiento de la semilla). Jesús enseñó que la palabra de Dios es la semilla que se siembra en los corazones de la humanidad (Marcos 4:14). Pero, ¿qué producirá la palabra de Dios?

Al igual que la semilla de tomate producirá tomates según su propio tipo, la semilla de la palabra de Dios también producirá una planta según su propio tipo. Pero, ¿qué produce realmente la Biblia? Examinemos algunos textos importantes para descubrir qué es lo que la Biblia está tratando de producir en nuestros corazones.

Primero, vemos que la Biblia nos comunica el patrón de la vida de Jesús para que nosotros lo sigamos. 1 Pedro 2:21 declara, “Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas.” Jesús es nuestro ejemplo que debemos seguir. A través de muchas veces, la Biblia nos muestra la necesidad de ser como Cristo en nuestras vidas. Pablo declaró en 1 Corintios 11:1: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo.” La esperanza del Evangelio es que nos transformaríamos para ser como Cristo en nuestras vidas. “A quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria,” (Colosenses 1:27).

Sin embargo, tal vez te preguntes, ¿qué tiene esto que ver con la semilla? Si la palabra de Dios es una semilla que va a transformar una vida de la oscuridad a la luz para que un alma se convierta en el modelo de Cristo, entonces sabemos lo que la semilla del evangelio producirá. No siembras tomates y esperas obtener papas. Tampoco siembras el evangelio en tu corazón y esperas obtener algo más que el patrón de Cristo. Él nos ha llamado a la santidad y eso es lo que encontraremos en nuestras vidas si aceptamos y obedecemos la semilla del evangelio, ¡Su santa palabra! (1 Pedro 1:15-16).

Cuando miramos a los seguidores de Cristo en el Nuevo Testamento, vemos que eran discípulos que habían aceptado la semilla de la palabra en sus corazones (Hechos 2:41-42). ¿Quiénes eran estas personas? ¿Qué nombre usaron? Puede sonar extraño, pero estas personas eran simplemente cristianos. Hechos 11:26 dice: “Y se congregaron allí todo un año con la iglesia, y enseñaron a mucha gente; y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía.” Se los llamó cristianos. ¿Por qué fueron llamados cristianos? Porque la palabra de Dios como semilla produce una planta según su propio tipo. ¡Produce personas que siguen el patrón de Cristo y viven como Él!

Tristemente, hoy el mundo religioso no tiene esta simple claridad y verdad. La palabra de Dios es una semilla única que producirá un cristiano. La Biblia no dice que la semilla producirá algo más que un cristiano. Cuando la palabra de Dios se siembra en el corazón de alguien y se recibe con honestidad y obediencia, esa persona simplemente será cristiano. Sin embargo, el mundo que nos rodea dice que las personas pueden optar por identificarse como lo que les gustaría y aún afirman ser cristianos.

Estas religiones y prácticas no provienen de la semilla de la palabra de Dios, provienen de la semilla de los pensamientos y las tradiciones del hombre. La palabra de Dios, la semilla, solo producirá cristianos. No producirá Mormones, Testigos de Jehová, Bautistas, Católicos, Adventistas, Pentecostales o cualquier otro nombre extra bíblico que haya sido creado por la tradición humana. ¡La semilla santa de la Palabra de Dios produce solo cristianos! (Hechos 11:26)

Podemos examinar la fuente de una planta mirando su fruto. Jesús dijo en Mateo 7:16: “Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?” Si encontramos una planta de fresa en nuestro jardín, sabemos que no vino de semillas de tomate, sino de su propio tipo de semilla. Cuando vemos grupos religiosos que producen algo más que simplemente cristianos, sabemos que su semilla no es la simple verdad de la palabra de Dios. ¿No deberíamos dejar de lado las tradiciones de los hombres y aceptar solo la palabra de Dios?

Si aceptamos y obedecemos la palabra de Dios, seremos cristianos, nada más, nada menos. ¿Por qué no confiar solo en el evangelio de Cristo para transformar tu vida y hacer que te parezcas a Cristo? ¡Seamos cristianos, nada más y nada menos! (Marcos 16:16; Hechos 2:38)

La gracia sea con todos ustedes,

Caleb B. Westbrook

Encuéntranos también en https://www.facebook.com/SoloUnCristiano

¿Cuál es tu propósito?

¿Qué propósito tiene tu vida? ¿Alguna vez te has pausado y has pensado profundamente sobre esa pregunta? Muchas personas corren a través de sus vidas sin pensar en el propósito último o verdadero al que sirven sus vidas. Muchas personas van al trabajo, pasan tiempo con su familia o disfrutan de su pasatiempo favorito sin pensar en la verdadera razón por la que están aquí y en lo que se supone que deben hacer con sus vidas. Sin embargo, la mayoría de las personas se dan cuenta de que hay algo más en esta vida que este mundo no puede proporcionar. El escritor de Eclesiastés afirma: “Todo lo hizo hermoso en su tiempo, y ha puesto eternidad en el corazón del hombre, sin que este alcance a comprender la obra hecha por Dios desde el principio hasta el fin.” (Eclesiastés 3:11).

Si bien todos buscamos algo eterno, no todos buscan un propósito duradero en el mismo lugar. Algunas personas intentan encontrar un sentido permanente de propósito a través de su trabajo, otras a través de la familia, otras a través de la caridad y otras a través del placer o el entretenimiento. Sin embargo, todas estas cosas terminan al final de nuestras vidas. La muerte nos enfrenta a cada uno de nosotros. Hebreos 9:27 dice: “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio.” La realidad de la situación es que todos nosotros somos mortales y ninguno de los placeres que buscamos en esta vida posee ningún verdadero propósito o permanencia.

Salomón, quien fue el rey más rico y famoso de Israel, pasó toda su vida buscando placer y propósito a través de los diferentes medios que ofrecía el mundo. Salomón buscó el conocimiento, la sabiduría, la fama, el placer y la recreación. Incluso con todas estas actividades, nota la conclusión a la que llegó acerca de lo que el mundo tiene para ofrecer: “Miré luego todas las obras de mis manos y el trabajo que me tomé para hacerlas; y he aquí, todo es vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol.” (Eclesiastés 2:11). Así es con nuestros esfuerzos aquí en la tierra. Hay tantas personas que pasan sus vidas persiguiendo sus pasiones, pero ¿con qué fin? Cada uno de nosotros morirá y los esfuerzos que gastamos terminarán allí. La felicidad es solo fugaz y momentánea, también lo es la pasión. El dinero y la riqueza son también esfuerzos meramente momentáneos: “El que ama el dinero no se saciará de dinero; y el que ama la riqueza no sacará fruto. También esto es vanidad.” (Eclesiastés 5:10).

Entonces, ¿qué queda para nuestro propósito? Si el mundo no puede ofrecernos algo concreto o permanente, ¿qué esperanza tenemos para un propósito que sea duradero y verdadero? La respuesta no se encuentra en los métodos del mundo. Se encuentra en algo mucho más profundo. Cada uno de nosotros tiene un deseo de permanencia, un deseo de eternidad. Este deseo no es un accidente, pero nos lo dio nuestro Creador. Como notamos en Eclesiastés 3:11, Dios puso la eternidad en nuestros corazones. ¡Por lo tanto, nuestro propósito duradero y verdadero solo puede ser cumplido por Dios! Salomón toma nota de esta conclusión en Eclesiastés 12:13-14, “El fin de todo el discurso que has oído es: Teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque esto es el todo del hombre. Pues Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa oculta, sea buena o sea mala.”

¡El verdadero propósito eterno solo se puede encontrar en Dios! Hay muchos que pueden intentar inventar un propósito, pero es solo un intento temporal que nunca puede satisfacer completamente nuestro deseo de verdad y de nuestro Dios. El apóstol Juan nota el contraste entre los deseos temporales del mundo y las cosas de Dios que realmente permanecen. Juan declara, “porque nada de lo que hay en el mundo —los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida— proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (1 Juan 2:16-17).

Las cosas de este mundo terminarán, pero los que hacen la voluntad del Padre vivirán para siempre. Esta es una tremenda promesa y propósito para aquellos que responderán a la gracia de Dios y vivirán en obediencia a Él. Este es el único propósito que permanecerá más allá de la muerte. El propósito de amar y obedecer a Dios es el único propósito que tiene beneficio en esta vida y en la vida venidera. Cada uno de nosotros tendrá que comparecer ante el tribunal de Cristo y, si no hemos vivido nuestras vidas con el propósito de amarlo y obedecerlo, entonces nos encontraremos sin ningún propósito verdadero. ¡Qué terrible condición! Hay pocas cosas peores en la vida que sentir que tu vida no tiene sentido y no tiene ningún propósito. Con el mundo hay muchos que se sienten así porque no tienen suficiente dinero, pasión, fama o entretenimiento. La verdad es que la búsqueda de esas cosas te dejará sin propósito ni significado. Sin embargo, Dios nos ofrece a todos un mejor camino. ¡Dios nos proporcionará el propósito verdadero y duradero si miramos más allá de los placeres temporales de este mundo y buscamos su camino! Este propósito está disponible para todos, sin importar su riqueza, inteligencia, atractivo o popularidad. El propósito de Dios está disponible para toda su creación y su propósito eterno puede ser tuyo si lo buscas en fe y obediencia. Hebreos 11:6, “Pero sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que recompensa a los que lo buscan.”

La gracia sea con todos ustedes,

Caleb B. Westbrook

Encuéntranos también en https://www.facebook.com/SoloUnCristiano

Una pregunta simple

En Hechos 2:37 después de que Pedro condenó a los judíos en el día de Pentecostés de haber crucificado a Jesús, el Cristo, encontramos la reacción: “Al oír esto, conmovidos profundamente, dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: ‘Hermanos, ¿qué haremos?’”

Estos hombres y mujeres que tenían los corazones abiertos para recibir el mensaje del Evangelio hicieron una simple, pero poderosa pregunta: “¿Qué haremos?” Esta es una pregunta que cada uno de nosotros tiene que preguntarse en esta vida. Entendemos que cada uno de nosotros ha pecado y no ha alcanzado la gloria de Dios (Romanos 3:23) y que este pecado produce muerte espiritual en nuestras vidas (Romanos 6:23). Cuando nos damos cuenta de que estamos perdidos sin Dios, entendemos la desesperación en la pregunta: “¿Qué haremos?” ¿Qué esperanza podemos tener? Sin Cristo, la respuesta es ninguna esperanza en absoluto. Sin embargo, además de este grave estado en que nos encontramos como pecadores, debemos comprender la realidad del sacrificio de Cristo por nosotros. ¡Tenemos la oportunidad de ser liberados de nuestros pecados y ser redimidos por Dios! Pero la pregunta sigue siendo, ¿cómo es posible? y ¿qué debemos hacer?

La respuesta de Pedro es simple, clara y poderosa – Hechos 2:38 –

“Entonces Pedro les dijo: “Arrepiéntanse y sean bautizados cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados, y recibirán el don del Espíritu Santo.”

Estos judíos ya creyeron en el mensaje del evangelio, pero Pedro les dijo que todavía tenían que hacer algo para recibir el perdón de sus pecados (Hechos 2:38). Necesitaban arrepentirse (alejarse del pecado) y ser bautizados (sumergidos en agua para el perdón de sus pecados). Esta fue una respuesta simple y directa a la pregunta clara: “¿Qué haremos?”

Si no hemos sido obedientes al mensaje del evangelio y entendemos que hemos pecado y hemos quebrantado la ley de Dios, debemos preguntarnos la pregunta simple y poderosa: ¿qué haremos? Cada uno de nosotros tiene la opción de elegir seguir a Dios o no. Sin embargo, la elección tiene consecuencias eternas. Si elegimos obedecer a Dios y seguir Sus condiciones para recibir Su gracia, entonces tendremos la maravillosa esperanza de la vida eterna. Pero, si elegimos rechazarlo y desobedecer su Palabra, entonces no tendremos esperanza, solo la expectativa temerosa del castigo (2 Tesalonicenses 1:6-9).

Dios nos ha ofrecido a cada uno de nosotros la oportunidad de venir y obedecer. Él nos llama a responder en obediencia. ¿Qué haremos?

Otra aplicación importante de esta simple pregunta se encuentra en nuestras vidas cuando buscamos unirnos a una iglesia o grupo religioso. He visitado docenas de denominaciones y he descubierto que una de las preguntas más simples produce las respuestas más variadas entre las personas religiosas, la pregunta es: “¿Qué debo hacer para ser salvo?” Ya notamos la respuesta simple y directa de Pedro a la pregunta en Hechos 2:38, sin embargo, muchas personas enseñan otras cosas. No debería haber muchas respuestas diferentes a una pregunta tan simple, ¡sino solo una respuesta de la Biblia!

Algunos dicen a la pregunta “¿Qué debo hacer para ser salvo?”

-Solo necesitas vivir una buena vida moral

-Debes ser ordenado como católico

-Solo necesitas creer en Jesús y aceptarlo en tu corazón

-Necesitas arrepentirte y vivir una buena vida como un testigo de Jehová

-Necesitas hablar en lenguas milagrosas o tener una experiencia milagrosa para ser salvo

-Tienes que creer en el libro de Mormón

Hay muchas otras respuestas que los hombres dan a la pregunta simple: “¿Qué debemos hacer?” Pero ninguna de esas respuestas se encuentra en la Biblia. Puede evaluar rápidamente qué grupos religiosos realmente se están esforzando por seguir el patrón bíblico preguntándoles la simple pregunta: “¿Qué debo hacer para ser salvo?” Si sus respuestas no están de acuerdo con el patrón bíblico, está claro que no están enseñando lo que Dios está enseñando. Examina las Escrituras por ti mismo y encuentra la verdad clara y directa a la simple pregunta: “¿Qué haremos?”

Necesidad de fe – Hebreos 11:6 – “Y sin fe es imposible agradar a Dios. Porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que El existe, y que recompensa a los que Lo buscan.”

Arrepentimiento – Hechos 3:19 – “Por tanto, arrepiéntanse y conviértanse, para que sus pecados sean borrados, a fin de que tiempos de alivio vengan de la presencia del Señor,”

Confesión – Romanos 10:9-10 – “Que si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios Lo resucitó de entre los muertos, serás salvo.Porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación.”

Bautismo (inmersión en agua) para el perdón de los pecados – Mateo 28:19 – “Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,”

Marcos 16:16 – “El que crea y sea bautizado será salvo; pero el que no crea será condenado.”

Continua en obediencia fiel a Dios – Hebreos 3:6 – “Pero Cristo fue fiel como Hijo sobre la casa de Dios, cuya casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin nuestra confianza y la gloria de nuestra esperanza.”

¡Dejemos atrás la confusión de las tradiciones de los hombres y las denominaciones y busquemos ser obedientes a Dios! Busquemos la respuesta verdadera y bíblica en las Escrituras. Sabiendo lo que dicen las Escrituras, la pregunta simple aún queda para ti. ¿Obedecerás el llamado del evangelio? ¿Qué harás tú?

La gracia sea contigo,

Caleb B. Westbrook

El gozo de servir

Cuando piensas en la idea del servicio, ¿qué te viene a la mente? Por lo general, pensamos en el trabajo, la sumisión y el sentido de obligación. Ninguna de estas cosas es particularmente agradable o alegre. Sin embargo, la Biblia comunica la presencia y la necesidad del gozo en nuestro servicio al Señor. La Biblia está llena de textos que nos enseñan que necesitamos tener alegría y gozo en nuestro servicio. Considera estos textos como ejemplos:

Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo.” (Romanos 15:13)

“Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” (Filipenses 4:4)

“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe.” (Galatas 5:22)

El gozo no se trata de felicidad momentánea. El gozo es una sensación duradera de satisfacción, paz y apreciación que proviene de la realización de algo más grande que un sentimiento pasajero. Se espera y se promete gozo para aquellos que fielmente sirven a Dios. Sin embargo, a pesar de todas estas exhortaciones para tener alegría, podríamos preguntarnos: “¿Cómo puede el trabajo y el servicio ser gozosos?” Para comprender mejor las enseñanzas de la Biblia y las aplicaciones sobre el gozo, examinemos tres puntos.

1 – Encontramos el gozo en el servicio cuando nos enfocamos en el beneficio que brinda a los demás

Demasiadas veces somos consumidos por nuestros propios esfuerzos egoístas que no tenemos tiempo o el deseo de pensar acerca de cómo podemos ayudar a otras personas. Si nos enfocamos constantemente en servirnos a nosotros mismos sin mirar a las necesidades de los demás, entonces nunca encontraremos el gozo de servir. Escuche lo que Pablo dice en Filipenses 2: 1-5 –

“Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa. Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús.”

No deberíamos ser tan egoístas que solo pensamos en nuestras necesidades y deseos. Deberíamos estar viviendo para servir a Dios y a los demás. Estos son los mandamientos principales que se encuentran en Mateo 22: 37-40. Si rechazamos a desarrollar una actitud amorosa de servicio, entonces nunca encontraremos el gozo de servir a los demás. El servicio siempre parecerá un dolor o una obligación terrible si no desarrollamos realmente el amor por los demás. Cristo notó la importancia de desarrollar un corazón que se centre en dar: “Más bienaventurado es dar que recibir.” (Hechos 20:35).

Esto no solo se aplica a la alegría que tenemos al servir a los demás, sino mucho más importante, nunca encontraremos gozo en servir a Dios si no dejamos de lado el egoísmo de este mundo. Si buscamos la gloria de Dios y el amor y el trabajo que podemos ofrecerle, entonces podremos encontrar la verdadera alegría. Concentrarse en la gloria de Dios nos permitirá alcanzar este gozo en servirle.

2 – Hay gozo en el servicio cuando entendemos lo que el servicio produce en nuestras vidas

El servicio a Dios y a otros requiere un gran sacrificio a veces. El servicio no es fácil. Servir a los demás requiere humildad, dedicación y trabajo duro. Jesús es el ejemplo perfecto de servicio. Se humilló a sí mismo y vino a servir a aquellos con quienes trabajó en la tierra. En Juan 13 vemos a Jesús lavando los pies de los discípulos y les dio el mandamiento de seguir su ejemplo de servicio. Los retos que atravesó Jesús no fueron fáciles, pero sirven como un ejemplo para nosotros.

Cuando nos enfrentamos a pruebas y sacrificios a través de nuestro compromiso de servicio, puede ser fácil frustrarse o desanimarse. Muchas veces, perdemos nuestra alegría en el servicio debido a las pruebas que enfrentamos. Sin embargo, debemos entender la importancia de estos retos en nuestro servicio. James dice en Santiago 1: 2-4 – “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.”

Pablo también nota en Romanos 5:3 – “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia;”

Las pruebas que enfrentamos en nuestros esfuerzos por servir al Señor y servir a quienes nos rodean son parte del proceso de crecimiento. Cuando experimentamos la dificultad y el reto de servir, estamos aprendiendo lecciones que promueven el crecimiento en nuestras vidas. Estamos creciendo para ser más como Dios (1 Pedro 1: 14-16, Mateo 5:48). Cuando vemos el beneficio que el servicio produce en nuestras vidas podemos enfrentar los retos con una alegría inquebrantable a través de nuestro firme entendimiento de que estamos experimentando algo más grande que el dolor y la prueba. Experimentamos un crecimiento en nuestro proceso de transformación de nuestro carácter para ser como Dios. En eso podemos encontrar inmensa alegría.

3 – Experimentamos gozo cuando comprendemos el acto de servicio desde una perspectiva eterna

A menudo, cuando nos enfrentamos con el sacrificio que se requiere en el servicio, elegimos no seguir adelante con el servicio porque el sacrificio no parece valer la pena. Con demasiada frecuencia nos centramos en los sentimientos momentáneos en lugar de entender lo que sucederá en un intervalo de tiempo más amplio. Esto nos sucede cuando no alcanzamos el gozo en el servicio. Olvidamos que estamos trabajando por algo que está más allá de esta vida temporal. Si ajustamos nuestro enfoque para ver que Dios nos ha dado promesas maravillosas, entonces los sacrificios y las dificultades de esta vida parecerán triviales en comparación con la alegría y la gloria que nos espera. Pablo dice en Romanos 8:18 – “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.”

Si cambiamos nuestro punto de vista para ver las cosas desde una perspectiva eterna, entonces comenzaremos a comprender la inmensa alegría que proviene de una vida que se vive en humilde servicio al Señor. Al comprender que un reposo nos espera a todos si somos fieles en nuestro servicio hasta el final, entonces podremos obtener un gozo profundo e inquebrantable que se cumplirá con la esperanza y la fe en las promesas de Dios.

Recordemos encontrar la verdadera alegría profunda en servir a Dios y a los demás. No permitamos que Satanás nos robe el gozo que podemos tener en nuestra dedicación al Señor y en nuestro trabajo de ayudar a los demás. ¡Déjenos ser luces a este mundo de oscuridad y mostremos el ejemplo de tremendo gozo en nuestro trabajo en el Reino de Dios!

 

¡La gracia sea con todos ustedes!

~Caleb Westbrook

Nuestras Limitaciones

Aunque somos los mismos humanos de los cuales leemos en la Biblia, en muchas maneras somos humanos muy diferentes con avances tecnológicas que jamás se habían visto en la historia de la humanidad.

Por ejemplo, ¿cuándo fue la última vez que se transporto por caballo? O, que, para beber agua, ¿tuvo que sacarlo de un pozo? Personalmente, nunca lo he hecho. En vez, hoy conduzco un carro, sale agua de mi refrigerador, y disfruto de una vida cómoda y simple, gracias, en gran parte, a lo que muchos humanos han inventado en el último siglo.

Pero, ¿de cuanta ayuda han sido estos avances después de la tormenta?

Semanas después del huracán, y aún siguen millones sin luz, miles sin agua potable, cientos sin los suministros necesarios para sobrevivir, y todo mundo con la misma pregunta: ¿cuándo volverán nuestras vidas a lo normal?

En contraste a nuestras limitaciones, observemos tres milagros de un Dios que es presentado en las escrituras como si nada le fuese difícil (Genesis 18:14; Lucas 1:37):

  1. En Genesis 1:3: dijo Dios: sea la luz, y fue la luz. ¡Simple y sencillo! Dios no contrató a alguna compañía, no tuve que tender líneas eléctricas, ni pasar horas en una gasolinera para poder prender una planta, simplemente habló y su creación reacciono.
  2. Cuando Israel estuvo deambulando en el desierto por 40 años antes de entrar a la Tierra Prometida, hubo más de una vez que la gente murmuró por la sed que sentían. En una de esas ocasiones, en Éxodo 17:2: el pueblo pidió agua para beber. Después de que Moisés clamo a Dios por su ayuda, Dios le mando en Éxodo 17:6: He aquí que yo estaré delante de ti allí sobre la peña en Horeb; y golpearás la peña, y saldrán de ella aguas, y beberá el pueblo. Y Moisés lo hizo así en presencia de los ancianos de Israel
  3. Cinco panes y dos peces fue todo que lo que Jesús tenia para alimentar a mas de 5,000 hombres de acuerdo a Juan 6. Mientras que Andrés en Juan 6:8, 9 pensaba acerca de los suministros: ¿qué es esto para tantos?, Jesús dio gracias por la comida, los repartió entre los discípulos, espero hasta que todos se saciaron, y, al final, ¡recogieron doce cestas de alimentos que sobraron (Juan 6:11-13)!

La sencillez con lo cual los escritores bíblicos mencionan que Dios “prendió la luz,” hizo salir agua en el desierto, y dio de comer a una multitud de básicamente nada, nos debe hacer tomar pausa y reflexionar. Si Dios puede proveer estas cosas físicas tan sencillamente, mientras que nosotros los humanos batallamos para regresar a la normalidad (¡aun con todos nuestros avances tecnológicos!), ¿qué mas nos puede ofrecer un Dios que no conoce límites?

Dios es la luz del mundo (Juan 8:12), ofrece agua viva (Juan 4:10), y quiere que comamos del pan de vida (Juan 6:35). ¡Acerquémonos al que nos ofrece vida sin límite!

Buscando a Dios para Reconstruir

En el tiempo del profeta Hageo, el pueblo de Israel volvía del cautiverio babilónico a Jerusalén y necesitaba reconstruir toda su civilización. El pueblo de Israel sufrió catástrofes y dolor en su cautiverio y ahora regresó a su tierra natal, que había sido abandonada y devastada. ¿Cómo podrían reconstruir?

La gente comenzó lentamente a reconstruir sus vidas y pudieron hacer casas y establecer comercio. Sin embargo, hubo un problema importante en sus esfuerzos de reconstrucción. ¡Descuidaron la reconstrucción de las cosas más importantes! Dios desafía al pueblo de Israel en Hageo 1: 4 al declarar, “¿Es acaso tiempo para que vosotros habitéis en vuestras casas artesonadas mientras esta casa [el templo] está desolada?” El pueblo de Israel se enfocó en su bienestar físico durante sus esfuerzos de reconstrucción y había descuidado el trabajo que Dios quería que ellos hicieran para servirlo: al reconstruir el templo. Dios consideró esto como un serio error en la responsabilidad del pueblo de honrarlo y adorarlo. Él les advirtió en Hageo 1: 5, “¡Considerad bien vuestros caminos!”

Los israelitas, sin duda, habían considerado el trabajo de reconstruir el templo de Dios en su reconstrucción, pero habían llenado sus vidas con otras actividades que consideraban más esenciales (Hageo 1:2,5). Puede ser fácil pensar: “Una vez que obtenga este nuevo trabajo, le serviré a Dios más fielmente”. O: “Cuando termine la escuela, me tomaré más en serio mi fe”. Este tipo de actitudes ejemplifican lo mismo. el fracaso como la actitud de los israelitas en el tiempo de Hageo. Buscaban tener estabilidad física y material sin priorizar primero su servicio y adoración a Dios.

Dios advirtió a los hijos de Israel que sus esfuerzos materiales serían en vano si descuidaban su responsabilidad espiritual (Hageo 1: 5, 10-11). Dios estaba listo y dispuesto a bendecir al pueblo, pero primero debían buscarlo. La instrucción de Dios para ellos fue: “Considerad bien vuestros caminos. Subid al monte, traed madera y reedificad el templo, para que me agrade de él y yo sea glorificado —dice el Señor.” Después de que la gente le respondió a Dios en arrepentimiento, Él les prometió que Él estaría con ellos y tendría compasión por ellos (Hageo 1:13).

Hoy nos encontramos en un lugar similar. Sabemos que Cristo nos ha ordenado: “Buscad primero Su reino y Su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33). Pero, ¿tenemos un corazón obstinado y ponemos primero las cosas físicas en nuestras vidas? ¿Sacrificamos el tiempo con Dios, Su Palabra y en la adoración por las cosas físicas que están desapareciendo? ¿Permitimos que nuestros trabajos, recreación o cualquier otra responsabilidad social interfieran en el servicio a Dios con todo nuestro corazón? ¡Debemos considerar nuestros caminos!

Los tiempos de reconstrucción son realmente difíciles. Requieren tremenda fe, sacrificio y dedicación. Sin embargo, a medida que reconstruimos, nunca olvidemos poner a Dios primero en todos nuestros esfuerzos. Si confiamos en Él con fe, entonces Él estará con nosotros y nos bendecirá. ¡Como muchos de nosotros estamos reconstruyendo nuestras vidas después de los retos que hemos sufrido, podemos seguir adelante con fe y buscar siempre el Reino de Dios y la justifica primero en nuestras vidas!

~Caleb Westbrook