En Hechos 2:37 después de que Pedro condenó a los judíos en el día de Pentecostés de haber crucificado a Jesús, el Cristo, encontramos la reacción: “Al oír esto, conmovidos profundamente, dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: ‘Hermanos, ¿qué haremos?’”
Estos hombres y mujeres que tenían los corazones abiertos para recibir el mensaje del Evangelio hicieron una simple, pero poderosa pregunta: “¿Qué haremos?” Esta es una pregunta que cada uno de nosotros tiene que preguntarse en esta vida. Entendemos que cada uno de nosotros ha pecado y no ha alcanzado la gloria de Dios (Romanos 3:23) y que este pecado produce muerte espiritual en nuestras vidas (Romanos 6:23). Cuando nos damos cuenta de que estamos perdidos sin Dios, entendemos la desesperación en la pregunta: “¿Qué haremos?” ¿Qué esperanza podemos tener? Sin Cristo, la respuesta es ninguna esperanza en absoluto. Sin embargo, además de este grave estado en que nos encontramos como pecadores, debemos comprender la realidad del sacrificio de Cristo por nosotros. ¡Tenemos la oportunidad de ser liberados de nuestros pecados y ser redimidos por Dios! Pero la pregunta sigue siendo, ¿cómo es posible? y ¿qué debemos hacer?
La respuesta de Pedro es simple, clara y poderosa – Hechos 2:38 –
“Entonces Pedro les dijo: “Arrepiéntanse y sean bautizados cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados, y recibirán el don del Espíritu Santo.”
Estos judíos ya creyeron en el mensaje del evangelio, pero Pedro les dijo que todavía tenían que hacer algo para recibir el perdón de sus pecados (Hechos 2:38). Necesitaban arrepentirse (alejarse del pecado) y ser bautizados (sumergidos en agua para el perdón de sus pecados). Esta fue una respuesta simple y directa a la pregunta clara: “¿Qué haremos?”
Si no hemos sido obedientes al mensaje del evangelio y entendemos que hemos pecado y hemos quebrantado la ley de Dios, debemos preguntarnos la pregunta simple y poderosa: ¿qué haremos? Cada uno de nosotros tiene la opción de elegir seguir a Dios o no. Sin embargo, la elección tiene consecuencias eternas. Si elegimos obedecer a Dios y seguir Sus condiciones para recibir Su gracia, entonces tendremos la maravillosa esperanza de la vida eterna. Pero, si elegimos rechazarlo y desobedecer su Palabra, entonces no tendremos esperanza, solo la expectativa temerosa del castigo (2 Tesalonicenses 1:6-9).
Dios nos ha ofrecido a cada uno de nosotros la oportunidad de venir y obedecer. Él nos llama a responder en obediencia. ¿Qué haremos?
Otra aplicación importante de esta simple pregunta se encuentra en nuestras vidas cuando buscamos unirnos a una iglesia o grupo religioso. He visitado docenas de denominaciones y he descubierto que una de las preguntas más simples produce las respuestas más variadas entre las personas religiosas, la pregunta es: “¿Qué debo hacer para ser salvo?” Ya notamos la respuesta simple y directa de Pedro a la pregunta en Hechos 2:38, sin embargo, muchas personas enseñan otras cosas. No debería haber muchas respuestas diferentes a una pregunta tan simple, ¡sino solo una respuesta de la Biblia!
Algunos dicen a la pregunta “¿Qué debo hacer para ser salvo?”
-Solo necesitas vivir una buena vida moral
-Debes ser ordenado como católico
-Solo necesitas creer en Jesús y aceptarlo en tu corazón
-Necesitas arrepentirte y vivir una buena vida como un testigo de Jehová
-Necesitas hablar en lenguas milagrosas o tener una experiencia milagrosa para ser salvo
-Tienes que creer en el libro de Mormón
Hay muchas otras respuestas que los hombres dan a la pregunta simple: “¿Qué debemos hacer?” Pero ninguna de esas respuestas se encuentra en la Biblia. Puede evaluar rápidamente qué grupos religiosos realmente se están esforzando por seguir el patrón bíblico preguntándoles la simple pregunta: “¿Qué debo hacer para ser salvo?” Si sus respuestas no están de acuerdo con el patrón bíblico, está claro que no están enseñando lo que Dios está enseñando. Examina las Escrituras por ti mismo y encuentra la verdad clara y directa a la simple pregunta: “¿Qué haremos?”
Necesidad de fe – Hebreos 11:6 – “Y sin fe es imposible agradar a Dios. Porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que El existe, y que recompensa a los que Lo buscan.”
Arrepentimiento – Hechos 3:19 – “Por tanto, arrepiéntanse y conviértanse, para que sus pecados sean borrados, a fin de que tiempos de alivio vengan de la presencia del Señor,”
Confesión – Romanos 10:9-10 – “Que si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios Lo resucitó de entre los muertos, serás salvo.Porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación.”
Bautismo (inmersión en agua) para el perdón de los pecados – Mateo 28:19 – “Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,”
Marcos 16:16 – “El que crea y sea bautizado será salvo; pero el que no crea será condenado.”
Continua en obediencia fiel a Dios – Hebreos 3:6 – “Pero Cristo fue fiel como Hijo sobre la casa de Dios, cuya casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin nuestra confianza y la gloria de nuestra esperanza.”
¡Dejemos atrás la confusión de las tradiciones de los hombres y las denominaciones y busquemos ser obedientes a Dios! Busquemos la respuesta verdadera y bíblica en las Escrituras. Sabiendo lo que dicen las Escrituras, la pregunta simple aún queda para ti. ¿Obedecerás el llamado del evangelio? ¿Qué harás tú?
La gracia sea contigo,
Caleb B. Westbrook